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martes, 1 de julio de 2014

Sobre un romance de Góngora: Amarrado al duro banco...

Góngora (Córdoba 1561-1627) ,como otros poetas del Siglo de Oro, cultivó el romance culto, que, manteniendo el estilo, las formas del romance popular anónimo y bastante de su espíritu, destaca por el cuidado de la forma, la atención a los detalles y por la sonoridad de la versificación.

 El romance, género literario nacido en el siglo XIV, ha llegado a convertirse en el transcurso de los siglos en el emblema de la poesía hispánica popular de todos los tiempos. Composición poética de carácter épico-lírico, aúna el relato de hechos o el apunte de una escena con la expresión de sentimientos o emociones o, incluso a veces sin expresarlos, los despierta en el oyente o lector. Entre la variadísima temática tratada por los romances viejos,  encontramos aquellos que se vinculan más directamente a la épica y a los hechos históricos cercanos en el tiempo a la época de su composición, como los noticieros, fronterizos y moriscos.

Como señalan Blanco Aguinaga, Rodríguez Puértolas y Zavala en la Historia social de la Literatura española (vol. I), los héroes del romancero anónimo son seres humanos inmersos en un mundo que a veces les es ajeno y hostil, ante el cual se encuentran solos en su lucha por sobrevivir. El mundo medieval ha quedado atrás, y la radical soledad del héroe no hará sino agudizarse en su camino hacia un destino trágico o hacia la frustración de sus deseos y esperanzas. La religión y la fe ya no constituyen un apoyo firme ni un amparo ante la adversidad.

Fiel a los temas y al espíritu del romancero popular, don Luis de Góngora pinta una escena llena de vida y emotividad que recrea el drama vivido por quienes tenían la desgracia de ser capturados por los turcos en el siglo XVI. El romance  Amarrado al duro banco de una galera turquesca aparece fechado en 1583 en las Obras completas de Góngora editadas por Aguilar en 1972 (recopilación, prólogo y notas de Juan e Isabel Mille y Giménez), al igual que el siguiente romance La desgracia del forzado. Se trata de dos composiciones inspiradas en hechos históricos relativamente cercanos a la vida del autor.

Amarrado al duro banco
De una galera turquesca,
Ambas manos en el remo
Y ambos ojos en la tierra,
Un forzado de Dragut
En la playa de Marbella
Se quejaba al ronco son
Del remo y de la cadena:
«¡Oh sagrado mar de España,
Famosa playa serena,
Teatro donde se han hecho
Cien mil navales tragedias!,
»Pues eres tú el mismo mar
Que con tus crecientes besas
Las murallas de mi patria,
Coronadas y soberbias,
»Tráeme nuevas de mi esposa,
Y dime si han sido ciertas
Las lágrimas y suspiros
Que me dice por sus letras;
»Porque si es verdad que llora
Mi captiverio en tu arena,
Bien puedes al mar del Sur
Vencer en lucientes perlas.
»Dame ya, sagrado mar,
A mis demandas respuesta,
Que bien puedes, si es verdad
Que las aguas tienen lengua,
»Pero, pues no me respondes,
Sin duda alguna que es muerta,
Aunque no lo debe ser,
Pues que vivo yo en su ausencia.
»¡Pues he vivido diez años
Sin libertad y sin ella,
Siempre al remo condenado
A nadie matarán penas!»
En esto se descubrieron
De la Religión seis velas,
Y el cómitre mandó usar
Al forzado de su fuerza.

Durante la segunda mitad del siglo XVI las costas españolas sufrieron graves incursiones de la armada otomana y de los corsarios berberiscos. En el contexto del enfrentamiento entre los Habsburgo y los Valois, Francia estableció una alianza con Turquía para tratar de defender sus intereses en el Mediterráneo frente a España. Turquía, por su parte, aprovechó esta alianza para servir sus propios intereses en el Mediterráneo occidental. Los otomanos hacían alarde de poder sembrando el terror, arrasando poblaciones costeras, como fue el caso de Ciutadella de Menorca en julio de 1558,  y capturando esclavos para obtener luego un rescate, utilizarlos como remeros en las galeras o llevarlos a Turquía como parte del botín. Derrotados en Lepanto en 1571, los otomanos desaparecen al fin del Mediterráneo occidental.

El personaje de nuestro romance es “un forzado de Dragut”. Dragut (1514 – 1565) – o Turgut Rais-, corsario del imperio otomano, inició su carrera con Barbarroja. Dirigió diversas operaciones contra las costas italianas y españolas hacia 1550, y en 1552 fue nombrado gran almirante. Por consiguiente, si nos atenemos a los datos biográficos de Dragut y a las palabras del protagonista del poema, podríamos situar la escena representada en el romance gongorino alrededor de veinte años antes de la composición del texto poético.

Las tristes palabras del forzado pintan un cuadro de desesperanza. Diez años esclavizado, remando en la galera, encadenado al banco, sobreviviendo en una soledad interior tan brutal que no tiene otro interlocutor que el “sagrado mar de España”, al que invoca pidiendo noticias de su esposa. El brusco final, como en los romances viejos,  potencia la carga emotiva del poema y muestra la situación sin salida en la que se halla el personaje: al divisar las naves cristianas que podrían liberarle, es obligado por el cómitre a remar con más fuerza para huir rápidamente. No hay salvación para él. Su bello parlamento es en realidad una reflexión existencial.

La maestría del gran poeta cordobés en el uso del lenguaje poético ha convertido este romance “de cautivo” en uno de los más bellos romances cultos de la literatura española, que, además, al igual que los tradicionales romances moriscos y fronterizos está inspirado en hechos históricos de la época del autor. Góngora, con su arte, recrea las formas del romance viejo con un nuevo lenguaje de elaboradísima sencillez y provoca en el lector la misma inolvidable emoción que tantísimos romances tradicionales nos hacen sentir aún.


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