Llevo
un montón de entradas con la etiqueta de anuario poético. Creo que debo tratar
de definir el concepto y profundizar un poco en él.
En
mi opinión, un anuario poético puede ser una antología de poemas que contienen
alguna referencia a los meses del año o
a las estaciones. En estos textos
los autores expresan las sensaciones, sentimientos, percepciones, ideas,
evocaciones, etc. que los meses del año o las estaciones provocan en ellos.
Otra posibilidad es escoger mensualmente un poema para darle un cierto relieve,
por razones estrictamente particulares, no porque en el texto se mencione un
mes o una estación.
Como
toda antología es siempre una selección personal y no puede abarcar nunca la
totalidad, el anuario que cada uno elabore contendrá evidentemente un gran
abanico de posibilidades. El motivo literario del mes o la estación aparecerán
probablemente integrados en otros temas más amplios, pero puede suceder también
que lo que en algunos poemas sea un motivo, en otros se convierta en tema.
Creo
que puede considerarse el anuario poético desde varias perspectivas. En primer
lugar, y desde el punto de vista del poeta, su visión acerca del reflejo del
paso del tiempo sobre la naturaleza, como en este poema de Juan R. Jiménez
(Segunda antolojía poética):
OCTUBRE
A través de la paz del
agua pura,
el sol de dora al río
sus verdines;
las hojas secas van, y
los jazmines
últimos, sobre el oro a
la ventura.
El cielo, verde, en la
más libre altura
de su ancha plenitud, deja los fines
del mundo en un estremo
de jardines
de ilusión. ¡Tarde en toda tu hermosura!
¡Qué paz! Al chopo
claro viene y canta
un pájaro. Una nube se
desvae
sin color, y una sola
mariposa,
luz, se sume en la luz…
Y se
levanta
de todo no sé qué
hálito, que trae,
triste de no morir aún más, la rosa.
La huella que un mes o una estación causa en
su ánimo, como por ejemplo en este poema de F. García Lorca, que se refiere a
los meses de noviembre y abril (Canciones y primeras canciones):
CANCIÓN DE NOVIEMBRE Y
ABRIL
El cielo nublado
pone mis ojos blancos.
Yo, para darles vida,
les acerco una flor
amarilla.
No consigo turbarlos.
Siguen yertos y
blancos.
(Entre mis hombros
vuela
mi alma dorada y plena.)
El cielo de Abril
pone mis ojos de añil.
Yo, para darles alma,
les acerco una rosa
blanca.
No consigo infundir
lo blanco en el añil.
(Entre mis hombros
vuela
mi alma impasible y
ciega.)
O la vinculación entre un momento del año y
una anécdota o historia personal, como en el famosísimo "Romance del prisionero",
perteneciente al Romancero Viejo.
En
segundo lugar, cabe resaltar la perspectiva del lector que escoge un poema.
¿Por qué lo ha elegido? ¿Qué impresión le ha causado? ¿Qué le comunica tal o
cual poema? Otra posibilidad es considerar los poemas del anuario como textos
vinculados a una tradición poética, bien porque la siguen, bien porque rompen
con ella.
Meses
del año o estaciones, tanto da, porque en el fondo de estos poemas late la
conciencia del paso del tiempo. Otro asunto es cómo se expresa esa vivencia que
forma parte de la condición humana. La literatura, no obstante, no es la única
de entre las artes que centra su atención en el paso del tiempo: existen
numerosas obras pictóricas que abundan en el mismo tema.