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sábado, 30 de junio de 2012

Marguerite Yourcenar: Cuentos orientales

La poesía impregna del todo esa pequeña colección de cuentos. Al leer el primero, "Cómo se salvó Wang Fô",  me sentí sobrecogida por la impresión que causa la belleza, impresión que no me abandonó en los restantes. ¿Por qué me impresionaron tanto? Eso es lo que trataré de explicar. Se trata de una obra muy breve, en total, 160 páginas más un Post Scriptum de la autora. Los relatos son muy cortos, pero constituyen una pequeña joya literaria,  una pieza que puede ser un auténtico disfrute para los lectores.

Cuentos orientales se publicó por primera vez  en 1938 en la editorial Gallimard. Los diez relatos que componen esta obra  fueron creados entre 1928 y 1937, excepto "La muerte de Marko Kralievitch", que es de 1978. Aparecieron en diversas publicaciones en 1937 y finalmente  quedaron recopilados  bajo el título de Cuentos orientales. En 1963 se publicó una edición revisada.

Las fuentes de inspiración de la autora fueron, según nos aclara en el breve texto que sigue a los cuentos, algunas lecturas y la fascinación que sintió al descubrir el Oriente. Oriente es para Marguerite Yourcenar un  concepto amplio. Abarca desde el Japón, donde transcurre "El último amor del príncipe Genghi", China, India, hasta los Balcanes, marcados por la huella del Islam por haber formado parte del Imperio Otomano, pasando también por Grecia. En "La tristeza de Cornelius Berg", Oriente es tan solo una alusión a los viajes del protagonista.

El resultado de dicha inspiración fueron algunas recreaciones totalmente libres de diversas fábulas y leyendas auténticas, -"Como se salvó Wang Fô"-, de algunas baladas balcánicas medievales -"La sonrisa de Marko", y  "La leche de la muerte" -, y del mito hindú de la diosa Kali en "Kali decapitada". A ello se suman algunos sucesos o supersticiones de la Grecia de los primeros treinta años del siglo XX, que dieron lugar a "El hombre que amó a las Nereidas" y  a "La viuda Afrodisia". La inspiración que se derivó de la lectura de la novela japonesa del siglo XI, Genghi Monogatari, de Murasaki Shikibu, se refleja en "El último amor del príncipe Genghi". Se añade una libre creación de la autora, "Nuestra Señora de las Golondrinas" y un relato escrito en 1978, "La muerte de Marko Kralievitch", basada también en una leyenda balcánica. En cuanto al cuento que cierra el libro, "La tristeza de Cornelius Berg", la escritora nos dice que no tiene nada de oriental.

En algunas historias la autora sigue el esquema narrativo y retórico del cuento maravilloso, pues no otra cosa son el protagonizado por Wang Fô, "La leche de la muerte" y "Nuestra Señora de las Golondrinas". En otros, como "El hombre que amó a las Nereidas", el mito clásico se funde con las leyendas y las supersticiones populares que llegan hasta nuestros días. En todos, en mi opinión, nos hallamos ante unos temas y argumentos que no se agotan en sí mismos, pues  contienen un sentido moral, que no moralizante. Hay personajes como Afrodisia, o la joven madre de "La leche de la muerte" o la Dama-del-pueblo-de-las-flores-que-caen que ponen de relieve el contraste entre la extrema generosidad y el cruel e inhumano egoísmo. Esas mujeres perecen en su entrega, pero se salvan en su sacrificio. La entrega y el amor no hallan un feliz término en esta vida por la crueldad o la inconsciencia de los otros. Las salva la belleza moral de su gesto. Son personajes que eligen su destino sin dudar y perecen en él. Su salvación no es posible en este mundo, pues tienen como guía unos valores que los demás no comparten y ni comprenderían siquiera.

En este sentido, la historia de Wang Fô y su discípulo Ling que abre la serie de cuentos viene a ser el relato que marca la pauta temática del conjunto: la Belleza se manifiesta solo a quien sabe apreciarla, al que posee la elevación de espíritu que concede el don de ver lo bello entre lo vulgar.

Gracias a él, Ling conoció la belleza que reflejaban las caras de los bebedores, difuminadas por el humo de las bebidas calientes, el esplendor tostado de las carnes lamidas de una forma desigual por los lengüetazos del fuego, y el exquisito color de rosa de las manchas de vino esparcidas por los manteles como pétalos marchitos. Una ráfaga de viento abrió la ventana; el aguacero penetró en la habitación. Wang-Fô se agachó para que Ling admirase la lívida veta del rayo y Ling, maravillado, dejó de tener miedo a las tormentas. […]

 Aquella noche, Ling se enteró con sorpresa de que los muros de su casa no eran rojos, como él creía, sino que tenían el color de una naranja que se empieza a pudrir. […]Entonces, comprendiendo que Wang-Fô acababa de regalarle un alma y una percepción nuevas, Ling acostó respetuosamente al anciano en la habitación donde habían muerto sus padres.”

 A veces lo bello pertenecerá al ámbito del mundo natural, como en "El hombre que amó las a las Nereidas" o "Nuestra Señora de las Golondrinas", otras, a la dimensión moral que guía la vida de ciertas personas. En cualquier caso, esos breves relatos, condensados y rotundos como un intenso poema, nos proponen una reflexión sobre el destino humano.


domingo, 24 de junio de 2012

La mañana de San Juan: ciudades encantadas. Leyenda de la ciudad de Parella

La mañana de San Juan es siempre esa mañana maravillosa, clara y ardiente que sigue a una noche mágica. La cultura popular está llena de manifestaciones poéticas y folklóricas acerca de la noche y la mañana de San Juan, ligadas al prodigio y al amor. Hoy mismo, mientras me bañaba en el mar a una hora bien temprana, en la que sólo estábamos en el agua los peces y yo, nadando en las aguas turquesa de Binisafúller sobre el pecio que allí permanece hundido en la arena, he recordado la ciudad encantada que evoca el folklorista menorquín Francesc Camps i Mercadal (Francesc d’Albranca).

En el volumen segundo de su libro Folkore menorquí. De la pagesia recoge en el capítulo relativo a los encantamientos la leyenda popular  de Parella, ciudad encantada sepultada en el mar. Pero dejo hablar a Francesc d’Albranca (1852-1929) y transcribo el texto titulado "Sa ciutat de Parella", del que encontraréis al final la traducción castellana:

Conten que devers San Joan en ple estiu, cap a Ponent, davant Ciutadella, se veu qualque vegada, dins la mar, com sortida de ses ones, una ciutat, amb ses murades, cases, palaus, esglésies… tota d’un mateix color blavós, boirós…; li diuen  sa Ciutat de Parella.

A Mallorca, de la costa de Capdepera també l’han vista, daban de Cala Agüia o Cala Ratjada, i l’anomenen  sa Ciutat de Paradella; i els pescadors de sa banda d’Artà, que també l’han vista, li diuen sa ciutat de Troia.

Persones coneixem, plenes de vida, incapaces de dir una cosa per s’altra, que asseguren haver-la vista. No podem dubtar d’aquesta visió,  que seu esser un de tants exemples d’espegisme.

Moltes vegades ho haureu sentit contar: sa ciutat de Parella és una ciutat encantada davall ses aigos de la mar, restant d’ella només es nom (que encara duu es sòl que ocupava, i forma ses possessions dites Parella i Parelleta de Ciutadella), i es soterranis de ses cases, ses inmenses Coves de Parella ( en ço de Parelleta). És a dir que es poder de s’encantament sols s’estengué a lo edificat damunt terra.

Es motiu de castigar-la amb s’encantament fou sa gelosia que contra Parella abrasava una altra ciutat; no diuen quina.

Però admirem sa justicia de les centúries: sa humil Parella, perseguida, si bé encantada, conserva son nom i sa virtut de sortir qualque vegada damunt s’aigua de la mar; a sa poderosa rival, la mar de ses edats se l’ha engolida, nom i tot.

I ademés, a Parella, li queda s’esperança d’esser desencantada.

¿Quan?... Es dia de Sant Joan que a la vora de la mar se trobaran set Joans i set Joanes, sense sebre res un de s’altre.”

Traducción: La ciudad de Parella

Cuentan que por San Juan, en pleno verano, hacia Poniente, en frente de Ciutadella, se ve alguna vez, en el mar, como surgida de las olas, una ciudad, con sus murallas, casas, palacios, iglesias… toda de un mismo color azulado, neblinoso…; la llaman la Ciudad de Parella.

En Mallorca, desde la costa de Capdepera también se la ha visto, delante de Cala Aguia o Cala Ratjada, y la llaman la Ciudad de Paradella; y los pescadores de la zona de Artá, que también la han visto, la llaman la ciudad de Troia.

Personas conocemos, llenas de vida, incapaces de decir una cosa por otra, que aseguran haberla visto. No podemos dudar de esta visión, que debe ser uno de tantos ejemplos de espejismo.

Muchas veces  lo habréis oído contar: la ciudad de Parella es una ciudad encantada bajo las aguas del mar, quedando de ella el nombre (que aún lleva el territorio que ocupaba, y forma las fincas denominadas Parella y Parelleta de Ciutadella), y los sótanos de las casas, las inmensas Cuevas de Parella (en Parelleta). Es decir que el poder del encantamiento solo se extendió a lo construido sobre la tierra.

El motivo de castigarla con el encantamiento fueron los celos que contra Parella albergaba otra ciudad; no se dice cuál.

Pero admiramos la justicia de las centurias: la humilde Parella, perseguida, aunque encantada, conserva su nombre y la virtud de emerger alguna vez sobre el agua del  mar; a su poderosa rival, la mar del tiempo se la ha tragado, nombre incluido.

Y además, a Parella, le queda la esperanza de ser desencantada.

¿Cuándo?... El día de San Juan que a la orilla del mar se encontrarán siete Juanes y siete Juanas, sin saber nada uno del otro."

La visión de la ciudad encantada tan solo es posible en ese día mágico del año en que se celebra el solsticio de verano, en que triunfa el día sobre la noche, la luz sobre la oscuridad, la energía expansiva y vital del verano contra el retraimiento y la oscuridad invernal. Desencantar la ciudad queda en manos del azar en un día de San Juan. No es imposible, solo difícil e improbable, y el número siete, cargado también de magia  y simbolismo, tiene un importante papel. Lo más seguro es que la ciudad de Parella continúe encantada por ahora y tan solo algunos elegidos puedan vislumbrarla de vez en cuando en tan señalada fecha.

El escritor Carlos Garrido, autor del libro Menorca mágica, titula el segundo capítulo “Parella, la ciudad sumergida”. En el apartado “Campanas bajo el mar” sitúa la leyenda de Parella en el contexto del mito de las ciudades engullidas por el mar, del que la Atlántida es el principal ejemplo, aunque precisa que se trata de un mito propio de las culturas ribereñas que se repite con diversas variantes y adquiere así una dimensión universal. Me parece interesante la interpretación de Carlos Garrido acerca del sentido del mito de las ciudades sumergidas.

“El mar es símbolo del seno materno. Por lo tanto, estas leyendas no harían sino formular una “nostalgia fetal”. […] En cada ciudad sumergida latería la pulsión de abandonar nuestra individualidad y volver al Todo pre-natal. El hecho de adornar esta ciudad perdida con riquezas y paisajes colmados de exuberancias es una forma más de adjetivar su condición de paraíso.

Todos llevamos una ciudad sumergida dentro de nosotros mismos. Pero pocos son los que han logrado ver sus pálidas luces o escuchar el eco de sus campanas.

Este mito tiene, por otro lado, una segunda enseñanza secreta. Su lectura iniciática nos habla de la muerte y el renacimiento. La ciudad poderosa cae un día frente a un enemigo más fuerte que ella: el mar. No obstante, no por ello desaparecerá del todo.  […] La ciudad perdida es así símbolo de vida ultraterrena. Por eso contiene tesoros y hace rico al que la encuentra. Las riquezas son una metáfora del verdadero conocimiento.

[…] Menorca, tal vez por la terribilidad de su entorno marino, es el único lugar de las islas [Baleares] donde el mito de la ciudad desaparecida tiene una cierta entidad.

A las obras de Francesc d’Albranca y de Carlos Garrido vuelvo una y otra vez. Me encantan. Me hacen contemplar el paisaje menorquín desde el mirador de lo maravilloso. En algunos paseos y excursiones me sobrecoge la impresión de lo oculto tras unas rocas agrestes, un bosque sombrío o el estruendo del mar embravecido contra la piedra.

miércoles, 13 de junio de 2012

José Antonio Fortuny: Alehop

Permitidme que para empezar la reseña de esta estupenda novela cite las palabras de Max Estrella, protagonista de Luces de bohemia, de Valle-Inclán, en la escena duodécima:
MAX: Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.
DON LATINO: ¡Miau! ¡Te estás contagiando!
MAX: España es una deformación grotesca de la civilización europea.                                                                                
Donde dice héroes clásicos, pongamos valores de la actual sociedad española. Y eso es exactamente lo que nos brinda Alehop -publicada por la editorial Funambulista-, del escritor menorquín José Antonio Fortuny (Mahón, 1972), autor de una primera obra titulada Diálogos con Axel (2003). Hacer reír suele ser muchísimo más difícil y meritorio que hacer llorar, especialmente si la carcajada brota de una situación tan triste y negra que sería para llorar. Pasé ratos divertidísimos, tronchándome de risa en el sofá. Provocar la risa y la capacidad de sorprender son cualidades inestimables en un escritor. Me leí la novela casi de un tirón. Digo casi, porque tenía un montón de exámenes por corregir y no era cosa de dejar a mis alumnos sin las notas.
En un pueblo cuyo nombre no se menciona vive una pareja de ancianos necesitados de ayuda debido a la enfermedad de la mujer. Un buen día llega un circo. Este acontecimiento tan especial y fuera de lo común causa gran revuelo y expectación, lo que es aprovechado por la autoridad de turno, con el asentimiento del líder de la oposición, para tener entretenido al personal y que así parezca que se hacen grandes cosas en beneficio de la gente. El acuerdo entre el alcalde y el mánager del circo para potenciar la asistencia del público al espectáculo se ve alterado por la peripecia del anciano y su mujer, que requiere ayuda diaria para levantarse de la cama y nadie se la proporciona. El caso es que todos escurren el bulto ante la petición de asistencia del anciano y se van pasando la pelota hasta que el asunto se complica hasta límites insospechados para todos. El desenlace es sorprendente, digno de una trama argumental bien trabada y que atrapa al lector en todo momento.
Los personajes principales de la novela son designados con el nombre común: el anciano, la mujer, el alcalde, el líder de la oposición, el mánager. En cambio algunos personajes secundarios tienen nombre propio, quizá porque lo relevante es que mediante el nombre común se generalizan los tipos y situaciones, adquiriendo una dimensión que supera la mera anécdota argumental para hacerse extensiva a la sociedad española actual que aparece así satirizada sin perdón.
Alehop es un desfile de personajes y situaciones perfectamente reconocibles por parte de cualquier lector: los políticos superficiales, interesados y oportunistas, atentos a lo políticamente correcto, a no ser menos ni hacer menos que el vecino, para que luego sus electores no digan y les castiguen en las urnas, aunque sus hechos entren en la categoría del despropósito a precio astronómico a cargo de los contribuyentes; el mánager del circo, buen conocedor de la elemental y previsible psicología de los políticos,  sabe tocar la tecla adecuada para lograr sus fines: la vanidad y el ansia de lucimiento; el presidente del club de ancianos, apodado YoYó, que encarna a quienes ocupan cargos directivos, siempre complacientes y en connivencia con quienes están en el poder, para figurar y darse tono o alimentar su fútil ego con palabrería hueca; las asociaciones que aparentemente sirven a la sociedad y solo sirven para el sarao o el espectáculo…
A medida que se avanza en la lectura van apareciendo, en mi opinión,  los temas clave de la novela. La sátira de los métodos de gobierno, según el punto de vista del alcalde, no tiene desperdicio:
…el alcalde repasó los principales métodos que empleaban los políticos para gobernar. Gobernar era como ser un titiritero que tenía que mover cientos de hilos a la vez: si tirabas de unos, se te enredaban los otros. Nunca lo hacías bien para todos. Y si tratabas de resolver algunos problemas individuales la gente seguía teniendo la sensación, al ser justamente una labor sumergida que no llamaba mucho la atención, de que continuabas tocándote el ombligo…
Por eso los dirigentes, cuando se dieron cuenta de que por mucho que hicieran nunca podrían contentar a sus ciudadanos, empezaron a utilizar un conjunto de estratagemas para poder soportar a un pueblo tan plasta.
Una de las que mejor había funcionado era la construcción de monumentos o edificios emblemáticos.”
En el asalto y el acoso periodístico a los ancianos asistimos a la conversión en espectáculo mediático de cualquier nimiedad, que así se convierte en tema de conversación, en asunto interesante para el común de la masa inculta y sin criterio, que pasa a ser denominada el público; a la comercialización de la intimidad de las personas a través del reality show, tipo Gran Hermano, que concede fama a lo que es cotidiano y banal y posibilita la convicción de que no existen el derecho a la intimidad y el respeto, pues parece que todo el mundo tenga derecho a mirar y a juzgar. Todo cuanto contraviene o estorba al espectáculo es considerado problemático y atentatorio contra el derecho a saber. La otra cara de esta moneda es la ilusión por ser famosos y lo inconcebible que resulta que alguien no haga aprecio de este valor, como el anciano, que lo único que quiere es que le ayuden a resolver el problema de su mujer impedida.
Uno de los temas más relevantes, desde mi punto de vista, es el que se destaca con la actitud del mánager ante el éxito del programa televisivo que muestra el día a día de los ancianos, convertidos irremisiblemente en espectáculo y sus necesidades en objeto de interpretaciones y comentarios distorsionados.
Pero después de atestiguar cómo el anciano se había convertido en una celebridad en el “Bigyayos”, empezó a poner en duda si era tan memo como había creído. ¿Acaso no parecía una gran casualidad que le hubiera arrebatado el protagonismo dos veces seguidas? ¿No era mucha coincidencia?
Intranquilo, había pedido a sus colaboradores que averiguasen, mezclándose y preguntando entre los residentes del pueblo, si alguno de los ancianos tenía algún antecedente en el ámbito artístico. Ni rastro, estaban completamente limpios.
No resulta concebible que alguien no actúe de manera interesada y solapada. Solo el interés y el oportunismo resultan creíbles. Por eso el anciano provoca un descoloque monumental en todos cuantos tienen relación con él. Todo el mundo sin excepción quiere sacar tajada y no les cabe en la cabeza que él sea diferente por ser un hombre claro y sensato, que lo único que pretende es resolver el problema de su mujer. Hasta tal punto es así, que la complicación siempre surge debido a que se le suponen al anciano motivaciones ocultas y no muy limpias.
Este esperpento entretenidísimo, esa mirada ácida sobre la sociedad española que es la novela Alehop, se inserta en la tradición hispánica de la literatura satírica y paródica de la que son exponentes ilustres Quevedo, Cervantes, Valle Inclán y García Lorca. La degradación de la realidad, la caricatura de personajes comunes, la corrupción de los valores morales y cívicos con se llenan la boca algunos políticos y sus compañeros de viaje, como la solidaridad, la ayuda a las personas dependientes, el derecho a la intimidad y al honor, la libertad de expresión, la transparencia en el ejercicio del gobierno… todo termina siendo grotesco.
La parodia de las novelas o series policiacas, en las que aparecen policías gorilas, jueces sin escrúpulos y psiquiatras es una de las técnicas literarias empleadas por José Antonio Fortuny para construir su relato, en el que tampoco faltan otros ingredientes como la parodia de las sectas esotéricas y pseudo-religiosas cuyo fin es esquilmar a los incautos.
Y me dejo en el teclado muchas más cosas que podría comentar, pero entonces me alargaría demasiado y no quiero abusar de vuestro tiempo ni de vuestra paciencia, si me leéis. Alehop es una novela muy, muy recomendable. La diversión y la reflexión a partes iguales están aseguradas. Un estilo directo, ágil, ameno, unos diálogos bien construidos, combinados con el estilo indirecto libre, que nos muestra la interioridad de los personajes, hacen que la lectura de esta novela sea un placer.

jueves, 7 de junio de 2012

Literatura comparada: poemas de Juan Ramón Jiménez y Gibrán Jalil Gibrán

No puedo decir que Juan Ramón Jiménez sea uno de mis poetas favoritos, pero me agradan especialmente algunos de sus poemas. Hay uno concretamente, “El viaje definitivo”, que pertenece al libro Poemas agrestes (1910-1911) que siempre que lo leo me causa una honda impresión. A veces, cuando me siento un rato en el jardín y me pierdo en la belleza de la luz y el color, o cuando me sumerjo en la visión de un paisaje, no puedo evitar recordar este poema. Me devuelve a la consciencia de que estamos aquí de paso, como todos los seres vivos, que nada es realmente nuestro, que un jardín o un paisaje seguirán ahí cuando ya no vivamos para contemplarlos. Pero  no se trata de ponerse pesimistas y melancólicos, sino de apreciar  dos textos literarios que tratan un mismo asunto poético. El segundo poema pertenece al poeta libanés Gibrán Jalil Gibrán y abre su libro Arena y espuma.

Estos dos poetas nacieron en fechas próximas y ambos murieron lejos de su país de origen:  Juan Ramón Jiménez  nació en Moguer (Huelva) en  1881 y murió en San Juan de Puerto Rico en 1959;  Gibran Jalil Gibran nació en Bisharri (Líbano) en  1883 y falleció en Nueva York en  1931. Pertenecen, por tanto, a una misma época histórica, pero sus raíces culturales y sus lenguas son distintas,  así como sus experiencias vitales. Ello no impide que en su producción literaria aborden un mismo tema, la fugacidad de la vida humana, el conocido tópico literario tempus fugit.  Los tópicos literarios tienen la particularidad de ser casi universales, pues son esquemas de pensamiento y de dicción que expresan circunstancias de la condición humana, sea cual sea la cultura y la época histórica en la que se dan.

La dolorosa conciencia de la finitud del ser humano surge a menudo al contemplar la belleza del mundo que nos rodea. Aquello tan hermoso  es percibido como más perdurable  que nosotros en tanto que seres vivos. Entonces surge la punzada de dolor que deja un rastro de melancolía. Eso mismo, me parece a mí, es lo que nos dicen Juan Ramón Jiménez y Gibrán Jalil Gibrán en estos dos poemas.

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: El VIAJE DEFINITIVO

…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas la tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado.
mi espíritu errará, nostálgico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando
 
                                   Poemas agrestes (1910-1911)


GIBRÁN JALIL GIBRÁN

Eternamente voy vagando en estas playas
entre la arena y la espuma.
La pleamar borrará las huellas de mis pies
y el viento la espuma.
Pero el mar y la playa
serán eternamente.


El esquema de dicción es casi el mismo. En el caso de “El viaje definitivo” las expresiones “y yo me iré” y “y se quedarán los pájaros cantando" dotan al poema de una estructura encuadrada en cuyo interior se detalla todo cuanto el poeta ama y perderá al desaparecer. En el poema de Gibrán, la mención de lo que permanecerá cuando se desvanezca todo rastro del poeta aparece al final. En mi opinión, el poema de Juan Ramón Jiménez posee una mayor carga emotiva por la enumeración y la repetición final de las cosas que ama. El de Gibrán tiene quizá un sentido más cósmico, al expresar la integración del ser humano en la naturaleza. En suma, dos bellos poemas que nos invitan a la reflexión.

En cuanto a los dos poetas,  añado un breve apunte biográfico y contextualizador para quienes tengáis la paciencia de seguir leyendo un poco más.  Me interesaba destacar lo que ambos poemas tienen en común, pero sin hacerme muy pesada. 

Juan Ramón Jiménez, hijo de una familia de comerciantes de clase media,  empezó su andadura literaria en el Modernismo, siguió una amplísima trayectoria en la cual evolucionó hacia la poesía pura e intelectual  que culminó en 1956 con la concesión del Premio Nobel de Literatura. Su lengua fue siempre el español. El motivo de su cambio de residencia fue el exilio en 1936 al estallar la Guerra Civil. Juan Ramón Jiménez es un poeta que pertenece completamente al ámbito de la cultura europea y occidental.

Gibrán Jalil Gibrán, nacido en una familia maronita muy humilde, emigró con su madre y sus hermanos a Boston en 1895, cuando tenía doce años. Aunque su lengua materna fue el árabe, la experiencia de la emigración motivó que en su adolescencia no llegara a dominarla, por lo que regresó a Líbano para aprender mejor el idioma. Pasados cinco años regresó a Estados Unidos. En 1911 se trasladó a Nueva York, donde trató de ganarse la vida con el dibujo y la pintura y consiguió mejorar su posición económica. Entre 1911 y 1918 su lengua literaria es el árabe, pero a partir de 1918 y hasta 1931 publicó ocho obras en inglés, entre las que se encuentran El Loco (1918), El Profeta (1923) –su obra más importante- y Arena y espuma (1923). Gibrán cultivó todos los géneros literarios. En su formación cultural se integran Oriente y Occidente haciendo de él un escritor con un estilo único, personal e inconfundible. Su poesía es deudora de sus creencias en el panteísmo, en la fuerza constructiva del amor y de la tolerancia. A ello hay que añadir la influencia sufí y la  del poeta William Blake. La  vida en Estados Unidos le dio a conocer conceptos y enfoques políticos y sociales que no habría conocido en su país y que impregnan buena parte de su obra.

sábado, 2 de junio de 2012

Poema del mes. Junio: Jaime Gil de Biedma

Siempre me ha gustado el mes de junio. En él se halla todo por hacer: se abre ante mí la perspectiva del verano -que casi nunca resulta luego ser tan bueno o tan esplendoroso como prometía entrevisto desde junio-, de las vacaciones, del sol que prolonga las tardes. El calor arranca ya un poco en serio y el mar está fresquísimo y divinamente tonificante.  Parece como si junio fuera la puerta a un duradero disfrute de la vida.

 Jaime Gil de Biedma tiene un poema  titulado “Noches del mes de junio”, que pertenece al libro Compañeros de viaje parte de la obra Las personas del verbo, en la que se recoge toda su producción poética. Comparto con el poeta esa percepción del mes de junio como un momento del año cargado de sensaciones evocadoras, aunque las mías sean completamente distintas de las suyas.

Jaime Gil de Biedma (Barcelona 1929-1990) es uno de los principales poetas de la llamada Generación de los 50. Según confesó él mismo, descubrió su vocación poética a raíz de unas copas de más que le impulsaron a escribir un poema que ya tenía en mente prácticamente terminado durante la primavera de 1949. Su obra poética es breve. Escribió mientras tuvo algo que decir. Su visión de la poesía como algo superfluo –nunca se ganó la vida como poeta, sino como ejecutivo de la Compañía de Filipinas- e innecesario le llevó a dejar de escribir a partir de 1981, pues consideró que no tenía nada más que decir.

Sin embargo, se tomó muy en serio su tarea poética. Fue un creador riguroso y experto, un gran conocedor de la literatura española. Poseía un hondo  bagaje cultural, fruto tanto de sus lecturas, como de sus viajes y de su vida social. Por el contenido, el tono y el estilo de sus poemas, Jaime Gil de Biedma pertenece a la corriente poética de cultivadores de la “poesía de la experiencia”, que, aunque son deudores de la poesía social, no comparten del todo sus presupuestos. La expresión  de la experiencia de lo vivido, sin dejar de lado lo social, lo trasciende y lo supera, poniendo el acento en las vivencias individuales para extraer de ellas un contenido moral.

El lenguaje poético de Gil de Biedma posee un estilo propio e inconfundible: el coloquialismo aparentemente simple. De simple nada, pues cada frase y cada palabra ocupan un lugar previamente decidido, nada queda al azar o es fruto de la improvisación. Se trata, pues, de la voluntad de estilo.

NOCHES DEL MES DE JUNIO
                                               A Luis Cernuda
Alguna vez recuerdo
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia 
(era en mil novecientos me parece
cuarenta y nueve)
                                    porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
                                                                              nada más
que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.

Eran las noches incurables
                                                   y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.

Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
          o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
                                               Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es cómo la esperábamos.