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martes, 15 de diciembre de 2015

Simbolismo de la granada

Planté un granado en mi jardín hace ya un par de años. Es pequeño aún. Este año ha echado hermosas flores que se han convertido en granadas con una buena apariencia, pero que no han resultado buenos frutos, porque no han madurado bien, o porque yo no lo he sabido cuidar debidamente, que muy bien podría ser.

 Lo cierto es que ahora, en el momento de empezar este invierno que ya veremos si lo será, por las temperaturas tan inusualmente altas que tenemos, sus hojas se han vuelto de un amarillo luminoso. Durante unos días el arbolito desprendía luz al mirarlo y ahora esas hojas van cayendo, dejando sus ramas desnudas y un tapiz entre amarillo y ocre en el suelo. Cuando estaba en plena floración saqué unas fotos de aquellas flores divinas, de un rojo anaranjado intenso que brillaban entre el verdor de las ramas.

Siempre me ilusionó tener un granado, más que para comerme sus deliciosos frutos, para tener este árbol que me recuerda siempre a otro: el granado de mi abuela, que era enorme y producía unas granadas que eran una delicia. ¡Esas sí que maduraban bien! Mi abuela vivía en el campo y, como eran otros tiempos, no tenía electricidad. Lavaba la ropa a mano bajo el granado. Era otra vida, otro mundo muy distinto del de ahora. Todos los granados y todas las granadas llevan en sí la imagen y el recuerdo querido de mi abuela.



Pero, aparte de los recuerdos personales, el granado es importante por el simbolismo atribuido a su fruto,  tan bello en su forma y en su colorido.

"Granada" procede del latín, malum granatum o manzana o fruta con granos. Según el Diccionario de los símbolos, de Jean Chevalier y  Alain Gheerbrant, la granada es un símbolo de la fecundidad que tiene diversas y amplias manifestaciones en distintas culturas. En la Grecia antigua es un atributo de Hera y de Afrodita. Tiene, además, un importante protagonismo en el mito de Perséfone, quien por haberlo comido fue condenada a pasar un tercio del año en los infiernos y los otros dos en el mundo de los vivos por un favor de Zeus. Representa claramente el proceso de la semilla que germina en el seno de la tierra y florece y da su fruto en la superficie.

En Roma el tocado de las novias está hecho con ramas de granado. En Asia y en África encontramos también este mismo simbolismo en diversas leyendas y creencias populares.

En la literatura mística cristiana del siglo XVI, San Juan de la Cruz en el Cántico espiritual (Canciones entre el alma y el Esposo) pone en boca de la Esposa:

Gocémonos, amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte o al collado
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.          175

  Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos.            180

En el comentario dice el propio San Juan de la Cruz acerca del significado del mosto de granada que “Las granadas significa aquí los misterios de Cristo y los juicios de la sabiduría de Dios y las virtudes  y atributos de Dios, que del conocimiento de estos misterios y juicios se  conocen en Dios, que son innumerables” basándose en la forma de la fruta y en la cantidad y disposición de los granos en su interior.

Así tenemos, pues, uno de los innumerables ejemplos de cómo el ser humano atribuye significados simbólicos y metafóricos a los elementos de la naturaleza. Para mí es simplemente la manifestación clara de que en el fondo nos sentimos parte de esta naturaleza y por esta razón la dotamos de significado como hacemos con todo lo que nos rodea y con todo cuanto creamos.

Y volviendo al principio: a ver si el próximo año tengo más suerte o más habilidad en el cuidado de mi granado y la fruta está más rica.


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