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jueves, 27 de junio de 2013

Para Nelson Mandela

Quiero dedicar a Nelson Mandela, persona a quien toda mi vida he admirado por su valentía, por su coraje y su imbatible fuerza moral, este poema de Nicolás Guillén. Que esta hermosa balada le acompañe y le alegre el corazón. 
http://www.thefamouspeople.com/profiles/nelson-mandela-59.php
 Balada de los dos abuelos

Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis dos abuelos.

Lanza con punta de hueso,
tambor de cuero y madera:
mi abuelo negro.
Gorguera en el cuello ancho,
gris armadura guerrera:
mi abuelo blanco.

Pie desnudo, torso pétreo
los de mi negro;
pupilas de vidrio antártico
las de mi blanco!

Africa de selvas húmedas
y de gordos gongos sordos...
--¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro.)
Aguaprieta de caimanes,
verdes mañanas de cocos...
--¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.)
Oh velas de amargo viento,
galeón ardiendo en oro...
--¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro.)
¡Oh costas de cuello virgen
engañadas de abalorios...!
--¡Me canso!
(Dice mi abuelo blanco.)
¡Oh puro sol repujado,
preso en el aro del trópico;
oh luna redonda y limpia
sobre el sueño de los monos!

¡Qué de barcos, qué de barcos!
¡Qué de negros, qué de negros!
¡Qué largo fulgor de cañas!
¡Qué látigo el del negrero!
Piedra de llanto y de sangre,
venas y ojos entreabiertos,
y madrugadas vacías,
y atardeceres de ingenio,
y una gran voz, fuerte voz,
despedazando el silencio.
¡Qué de barcos, qué de barcos,
qué de negros!

Sombras que sólo yo veo,
me escoltan mis dos abuelos.

Don Federico me grita
y Taita Facundo calla;
los dos en la noche sueñan
y andan, andan.
Yo los junto.

--¡Federico!
¡Facundo!   Los dos se abrazan.
Los dos suspiran.   Los dos
las fuertes cabezas alzan;
los dos del mismo tamaño,
bajo las estrellas altas;
los dos del mismo tamaño,
ansia negra y ansia blanca,
los dos del mismo tamaño,
gritan, sueñan, lloran, cantan.
Sueñan, lloran, cantan.
Lloran, cantan.
¡Cantan!

Fundación Nicolás Guillén

domingo, 23 de junio de 2013

Una joya inspirada en la literatura

Después de muchísimo tiempo sin escribir nada en el blog, no puedo dejar pasar la ocasión de presentaros esta preciosa pieza de joyería, obra de Rut Serra Salado, estudiante del Ciclo Formativo de Grado Medio de Procedimientos de Joyería Artística de l’Escola d’Art de Menorca


Cuando vi la portada del catálogo de las piezas creadas por los alumnos durante este curso con el objetivo de aprender las técnicas más importantes de construcción y decoración de la joyería, me llevé una maravillosa sorpresa: nada menos que un broche inspirado en El principito de Antoine de Saint-Exupéry. Creo que no es frecuente ver creaciones de joyería que recrean o interpretan obras literarias.

En este caso, la creadora de este bonito y original broche ha sabido captar el espíritu de la obra de Saint-Exupéry integrando lo sencillo, lo tierno y lo profundo del texto de El principito con la forma surgida del metal, inspirada en las ilustraciones del propio autor del libro, a través de un diseño limpio y preciso, en cuyo centro  hace honor a la palabra escrita, materia prima de la que nace la literatura.

El espíritu creativo de Rut Serra juega sin duda con el concepto de joya: una joya de la literatura del siglo XX, un clásico, se convierte en un broche con mensaje. El interior de la pieza, que contiene un fragmento de texto con una ilustración, viene a ser como la joya contenida en la cajita que la destaca al potenciar su lucimiento.

¿De qué nos habla ese lindo broche que podríamos lucir en la solapa, en un foulard o sobre un elegante vestido? Yo creo que nos invita a leer o a releer El principito y a dejarnos seducir por su inocencia y su limpieza de corazón. El principito es un canto a la amistad y a una filosofía de vida basada en el amor a todos los seres, en la bondad, en el respeto a los demás,  pero también enlaza de manera inconfundible con el espíritu que impregna el pensamiento socrático en tanto que búsqueda de las respuestas a las preguntas esenciales que nos plantea la vida.

Rut, mi más sincera felicitación por tu arte y tu sensibilidad. Estoy convencida de que los estudios que has cursado darán un hermoso fruto.

Reproduzco a continuación el fragmento de texto del cual se ha extraído la cita que figura en el interior del broche:
  
“El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:

-No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.

Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:

-Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.

Y volvió con el zorro.

-Adiós -le dijo.

-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.

-Lo esencial es invisible para los ojos -repitió el principito para acordarse.

-Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.

-Es el tiempo que yo he perdido con ella... -repitió el principito para recordarlo.

-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...

-Yo soy responsable de mi rosa... -repitió el principito a fin de recordarlo.”

                Antoine de Saint-Exupéry, El principito. Alianza-Emecé (Capítulo XXI, págs. 88-89)

sábado, 1 de junio de 2013

Jack Kerouac: En la carretera

Como ya dije en una reseña anterior, tenía pendiente la lectura de En la carretera, de Jack Kerouac (1922-1969). Leí la novela antes de ver la película On the Road, que me decepcionó bastante.

En la carretera es un clásico de la literatura norteamericana del siglo XX. Se trata de una novela especial. Hay quienes se refieren a ella como una obra “de culto” por la devoción que ha ido despertando en muchos de sus lectores. Sin duda es esta la razón por la que figura entre las obras más emblemáticas de la literatura contemporánea: su contenido y su forma apuntan  hacia algo intrínsecamente humano e intemporal.

He leído la versión que publicó la Editorial Anagrama en 2009, En la carretera. El rollo mecanografiado original, traducida por Jesús Zulaika. El texto, editado por Howard Cunnell, presenta el contenido del rollo de papel de 36 metros sobre el que Kerouac mecanografió el texto de la novela a un espacio y sin puntos y aparte. La traducción española, basada en la edición de Howard Cunnell, respeta escrupulosamente el texto original excepto en la separación entre la narración y los diálogos, lo que sin duda facilita mucho la lectura.

Jack Kerouac escribió En la carretera en 1951, a los 29 años de edad. Empleó tres semanas en su redacción. En el rollo mecanográfico original figuran los nombres reales de los personajes, incluido el propio autor, cosa que no sucedía en anteriores ediciones, en las que aparecían con nombres ficticios. Se trata, por tanto, de una novela autobiográfica, que recoge los viajes que a través de Estados Unidos realizó Jack Kerouac solo o en compañía de  otras personas, entre ellas su amigo Neal Cassady.

El argumento de la novela es el viaje, no un viaje en concreto, sino el concepto de viaje: lo que supone partir de casa, ligero de equipaje, con escaso dinero y emprender el camino, abierto a lo que este pueda ofrecer. El joven Jack relata  las experiencias  vividas, solo o en compañía,  lo largo de los tres viajes que le llevaron a cruzar los Estados Unidos. Desfilan por ella numerosos personajes con sus nombres reales, al igual que el autor. Destaca entre todos la figura de Neal Cassady, gran amigo de Kerouac. Este personaje curioso, polifacético y versátil, hombre complicado, sin duda, es el contrapunto frecuente de Jack.

Amistad, mujeres, amores, fiesta, bebida, música, trabajo, vagabundeo, contemplación, estilos de vida, paisajes… todo ello filtrado por la mirada joven del narrador protagonista, un hombre que se siente feliz en el camino, en la libertad, en el cambio y en  la novedad continua que el viaje propicia. Más que los personajes o el argumento, lo realmente importante en esta novela es la metáfora que encierra: la vida como camino, imagen poética clásica donde las haya.

¿Cómo no recordar Ítaca, el bello poema de Kavafis?

Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.

(C. P. Cavafis. Antología poética. Alianza Editorial, Madrid 1999. Edición y traducción, Pedro Bárdenas de la Peña)

Al rollo mecanografiado le falta el final, pero me parece que no importa demasiado. Hacia el final del relato, los jóvenes viajeros emprenden un viaje a México. La ruta seguida a través del país, las peripecias y experiencias vividas, el ambiente… todo tiene aroma de paraíso, de lugar ideal, natural y algo salvaje, tan distinto de Estados Unidos.

Me encantó la novela. Kerouac es un magnífico y ameno narrador que sabe mantener el interés y la tensión, las ganas de seguir leyendo. Su lenguaje sobrio, directo y coloquial posee toda la apariencia de algo no muy elaborado. Nada más lejos de la realidad. Es un lenguaje esencial y preciso, rico en registros y matices. Argumento y estructura se potencian mutuamente. Si la vida es viaje, si lo que importa es el camino, el relato no puede ser otra cosa que un continuo de anécdotas, episodios, planes, reflexiones, encuentros… El final, como el fin de cada vida humana, no es sino un corte, un fundido en negro. Pero En la carretera es literatura, de ahí ese paraíso mexicano donde recalan los jóvenes viajeros para correrse una juerga monumental en la que se lo pasan bomba.