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lunes, 15 de julio de 2013

Poema del mes. Julio: José Zorrilla


En julio el calor aprieta ya de verdad. Es cierto que depende de dónde uno resida. No es lo mismo el calor de las zonas del Mediterráneo que el calor más suave de las costas cantábricas, por ejemplo, o el ardor terrible, de horno, que se da en el interior de la península. Sea como sea, del calor no nos libramos. Y el mes de agosto suele ser aún peor.

José Zorrilla (1817 –1893), poeta del Romanticismo español, célebre por su drama Don Juan Tenorio, refleja vivamente en su poema La siesta esa sensación de calma chicha sofocante que se da en el mes de julio. El calor lo paraliza todo. Solo la quietud hace soportable el sol que cae a plomo sobre la tierra y los seres vivos.

Personalmente, lo que más me gusta de este poema es la descripción del ambiente tórrido de las primeras horas de la tarde. La segunda parte del poema contrasta con la primera, pues el poeta no siente el calor debido a que su amada Rosa duerme junto a él en el bosque. Su sola presencia, acostada sobre la hierba, propicia el “locus amoenus” fresco y sombrío que aligera y libera del calor.

Disfrutad del poema, ¡pero a la sombrita!


LA SIESTA

Son las tres de la tarde, julio, Castilla.
El sol no alumbra, que arde, ciega, no brilla.
La luz es una llama que abrasa el cielo,
ni una brisa una rama mueve en el suelo.
Desde el hombre a la mosca todo se enerva,
la culebra se enrosca bajo la yerba,
la perdiz por la siembra suelta no corre,
y el cigüeño a la hembra deja en la torre.
Ni el topo, de galbana, se asoma a su hoyo
ni el mosco pez se afana contra el arroyo
ni hoza la comadreja por la montaña
ni labra miel la abeja ni hila la araña.
La agua el aire no arruga, la mies no ondea,
ni las flores la oruga torpe babea,
todo al fuego se agosta del seco estío,
duerme hasta la langosta sobre el plantío.
Sólo yo velo y gozo fresco y sereno,
sólo yo de alborozo me siento lleno,
porque mi Rosa, 
reclinada en mi seno,
duerme y reposa.

Voraz la tierra tuesta el sol del estío,
mas el bosque nos presta su toldo umbrío.
Donde Rosa se acuesta brota el rocío,
susurra la floresta, murmura el río.
¡Duerme en calma tu siesta, dulce bien mío!

¡Duerme entretanto
que yo te velo, duerme,
que yo te canto!

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