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martes, 16 de agosto de 2011

Oscar Wilde: Dos biografías

El sábado pasado fui a la Fira de Brocanters de Mercadal. Algunos anticuarios tenían también libros a buen precio y adquirí Cuentos, de Oscar Wilde, de la editorial Fama, de Barcelona, por cinco euros. La introducción del traductor Julio Gómez de la Serna está fechada en 1950. Así que ahora tendré ocasión de releer El fantasma de Canterville, El ruiseñor y la rosaEl gigante egoísta.

Luis Antonio de Villena, buen conocedor de la obra de Oscar Wilde, publicó una biografía del escritor irlandés que recomiendo vivamente, pues es una buena introducción para quienes se interesen por la vida y la obra de esta gran figura de la literatura europea. Otra biografía de Wilde sumamente interesante y amena es la de Frank Harris, Vida y confesiones de Oscar Wilde, prologada por Luis Antonio de Villena. Ambas obras son de la editorial Biblioteca Nueva.

Oscar Wilde, his life and confessions se publicó en Nueva York en dos volúmenes, el primero en 1916 y el segundo en 1918.  Ricardo Baeza, traductor de Wilde al español, tradujo esta biografía con prólogo y notas para la editorial Biblioteca Nueva en la primera edición de 1928.

Frank Harris, gran amigo y valedor de Oscar Wilde, traza una semblanza biográfica viva y ágil, con momentos de tensión y recursos propios de una novela, que para nosotros posee el valor de un documento de primera mano. Harris mantuvo una estrecha relación con Wilde y estuvo a su lado en los difíciles momentos del proceso judicial y de la condena por homosexualidad. De la mano de Harris asistimos a la peripecia vital de Oscar Wilde, entramos en su mundo, descubrimos al hombre y al artista y además  penetramos en los entresijos de la mentalidad puritana e hipócrita de la buena sociedad inglesa de finales del siglo XIX.

martes, 9 de agosto de 2011

Sándor Márai: La amante de Bolzano


Al comenzar a leer La amante de Bolzano me encontré con algo distinto de lo que ya había leído de Sándor Márai, con un estilo diferente. La  misma fuerza que atrapa desde el principio, pero no parecía el mismo Márai. En esta novela, escrita en 1940, nos encontramos con Giacomo Casanova, un personaje histórico cuya fama se ha nutrido siempre de lo novelesco, aunque una nota del autor previa al inicio de la novela ya nos dice que no se ha basado en las Memorias de su personaje, sino que sólo ha tomado de ellas la fecha y las circunstancias de la fuga de la prisión de los Plomos de Venecia. Así pues, no se trata de una novela histórica, ni de una biografía novelada, sino de una interpretación del personaje desde la libre creación literaria.
Giacomo Casanova recala en Bolzano, donde se había citado con Balbi, fraile que le ayudó en su fuga de la cárcel de Venecia donde estuvo recluido durante dieciséis meses. Se aloja en la Posada del Ciervo. Su fama de aventurero le precede y su llegada causa gran expectación. Corren toda clase de rumores que avivan entre la gente el deseo de conocer al personaje. En Bolzano viven el conde de Parma y su esposa Francesca, quienes no son ajenos a ese interés por Casanova, el cual en el pasado fue herido  por el conde en un duelo motivado por el amor que ambos sentían por Francesca.
Al cabo de los años se producirá un nuevo y definitivo encuentro de estos tres personajes. Una noche en la que los condes de Parma van a celebrar en su palacio una fiesta de disfraces, el conde visita en la posada a Casanova para entregarle una carta de Francesca  y ofrecerle dinero para que la desengañe y la decepcione a fin de poder conservarla, pues Francesca sigue enamorada de Casanova. En el encuentro entre la condesa y Casanova esa misma noche, el diálogo entre ambos mostrará definitivamente el verdadero rostro de cada uno.
La simplicidad argumental contrasta con la complejidad psicológica de los personajes, empezando por el protagonista. En la novela el autor adopta el punto de vista del personaje, todo cuanto ocurre aparece filtrado por la mirada y por el sentir de Casanova. Un aventurero, un caballero de Venecia que vive al día, que busca los recursos económicos siempre en función de sus necesidades del momento, marcadas  por la necesidad de conquista, vista por él mismo como el despliegue de un arte en el que se considera un maestro, por los requerimientos de mantener una apariencia de posición social que le permita llevar la vida que desea.
Casanova se nos aparece como un hombre que vive identificado con su máscara y con su arte de la conquista y de la aventura. En Bolzano será cuestionado en dos ocasiones: al conocer a Teresa, una sirvienta de la posada, y al encontrarse con Francesca. Al comprobar que Teresa no se siente impresionada por él, no puede dar crédito a lo que está sucediendo: “A continuación gritó: “¡No puede ser!” Se sentía tremendamente mal. Se sentía como un actor importante que –tras un largo período de no haber cantado en escena- se presenta ante un patio de butacas del todo indiferente que no reacciona. No le silban, no ha fracasado, pero ese silencio mortal, esa muda indiferencia es más terrible que un fracaso.” En el caso de Francesca, ésta le enfrenta con su falta de coraje para reconocer y seguir el camino que le marcaban sus sentimientos, pues ella es la única mujer que realmente ha amado.
Como personajes secundarios, el señor de Bragadin, protector de Casanova, generoso y desinteresado, y el conde de Parma, ambos ancianos y poderosos, son presentados también como seres complejos, con luces y sombras, a través del texto de Márai, bellísimo y lleno de penetración psicológica.
Si hay que señalar un tema importante, es el de la máscara que esconde la verdad íntima de los personajes: de Casanova y de Francesca. El disfraz para la fiesta se convierte en el emblema del disfraz que se lleva en la vida, de la máscara tras la que Casanova ha ocultado y ha negado su verdadero ser a lo largo de toda una vida.
La amante de Bolzano es distinta de otras novelas de Sándor Márai, pero para mí está entre las mejores. Leerla ha sido un placer, el placer que regala al lector el arte de la buena literatura. Que este simple apunte os anime a leerla si no la conocéis, pues encontraréis en ella muchísimo más de lo que comento en estas líneas.

martes, 2 de agosto de 2011

Poema del mes. Agosto: Emily Dickinson

No puede decirse que la poesía de Emily Dickinson (Amherst, 1830-1886) sea fácil. Cuesta un poco entrar en ella. Es un reto. Pero tampoco es que sea difícil. Para mí, es enigmática, sorprendente, hay en ella un misterio que invita a seguir leyendo para conocerla mejor más allá de una mera lectura superficial. Algunos poemas resultan claros y a otros los encuentro francamente oscuros. Harold Bloom opina que "hay que leerla preparado para luchar on su originalidad cognitiva" y considera que es una escritora de tan difícil definición como Shakespeare. Releerla, volver a ella de vez en cuando, habiéndose interesado por su biografía y el contexto en el que vivió y escribió, tiene su premio: se va penetrando cada vez un poco más en el sentido de muchos de los poemas y puede apreciarse entonces la belleza de los textos.

La antología que yo tengo es la de Visor, con los poemas traducidos al castellano por Marià Manent, gran conocedor de la poesía de Emily Dickinson. De este libro he seleccionado dos poemas que me parecen preciosos:

DEJÓ UNA MARIPOSA SU CAPULLO

Dejó una mariposa su capullo
como cruza su umbral alguna dama,
una tarde de estío;
por doquiera vagaba

sin que yo adivinara su propósito,
salvo el de recorrer la lejanía
en empresas variadas
que el trébol comprendía.

Su lindo parasol podía verse
abriéndose y cerrándose en un campo
donde segaban heno, y luego en pugna
con una nube que le salió al paso,

donde otras mariposas, fantasmales
como ella, dijérase que iban
hacia la Nada, en corros sin propósito,
que un tropical cortejo parecían.

Y si estaba la abeja atareada
y la celosa flor daba su aliento,
aquella perezosa compañía
las iba desdeñando desde el cielo;

pero vino, marea dominante, el crepúsculo,
y los hombres que allí segaban heno,
y la tarde, y aquella mariposa
en su mar se extinguieron.
                                  (Hacia 1862)


SI NO ESTUVIESE VIVA CUANDO VUELVAN

Si no estuviese viva cuando vuelvan
los petirrojos, al de la encarnada
corbata, en mi memoria,
echadle una migaja.

Y si las gracias no pudiese daros
porque profundamente ya me hubiese dormido,
bien sabréis que lo intento
con labios de granito.
                                     (Hacia 1860)