Ahora
que estoy de vacaciones y tengo un poco más de tiempo, he estado recolocando
libros, hojeándolos, mirándolos. Es el placer de reencontrarse con viejos y
queridos amigos, como este libro que hoy comentaré brevemente. Hace muchos años
que lo tengo. Lo compré en 1989. Lo leí entonces de un tirón y a lo largo de
los años he ido releyendo algunos capítulos sueltos según me apetecía o en
función de algún asunto que deseara recordar.
Hoy,
al tenerlo otra vez en mis manos, he pensado que es una obra que merece que le
dedique por lo menos un pequeño comentario a modo de homenaje no solo a la
autora, sino también a las diecisiete mujeres españolas de las cuales Antonina
Rodrigo traza un esbozo biográfico, poniendo de relieve su carácter de pioneras,
de avanzadas para su época, de luchadoras, de mujeres íntegras y valientes que
contribuyeron a construir un ideal de igualdad y de libertad en medio de un
clima muchas veces de incomprensión, sobre todo masculina en muchos casos. También
tienen su reconocimiento aquellas otras mujeres que, a pesar de su valía y de
su inteligencia, aceptaron quedarse en la sombra para que brillaran los hombres
a quienes habían unido sus vidas.
La
segunda parte del título, Las silenciadas, responde tanto al hecho de que
después de la Guerra Civil (1936-1939) unas sufrieron el exilio exterior y
otras el interior. Su voz fue silenciada. Incluso después de la muerte de Franco,
exceptuando a Dolores Ibárruri, La Pasionaria, auténtico mito y emblema, la
gran mayoría de las protagonistas de este libro, no ocuparon el lugar que
merecen en nuestra memoria y en nuestro reconocimiento. Han tenido que ser
investigadores e historiadores como Antonina Rodrigo quienes rescataran del
olvido estas figuras femeninas.
Antonina
Rodrigo (Granada, 1935) publicó Mujeres de España. Las silenciadas en 1978, prologado
por la escritora catalana Montserrat Roig. Yo tengo la hermosa y cuidada edición
de Círculo de Lectores, que es de 1988. Unas palabras iniciales de la autora, “Para
esta nueva edición”, destacan el papel de la memoria como herramienta
reivindicativa de “Esas mujeres que un día constituyeron la vanguardia que
erosionó convencionalismo y atavismos esterilizadores”.
Pero
¿quiénes fueron estas mujeres silenciadas? Después del espléndido prólogo de
Montserrat Roig titulado “La recuperación de la palabra”, capítulo a capítulo,
van desfilando ante el lector en este orden Dolores Ibárruri, La Pasionaria,
María Goyri, María Blanchard, Victoria Kent, Antonia Mercé, La Argentina,
Zenobia Camprubí, Margarita Xirgu, María de Maeztu, Federica Montseny, María
Luz Morales, Margarita Nelken, María Teresa León, María Casares, Enriqueta Otero
Blanco, Maruja Ruiz, Carmen Conde y Elena Quiroga. Una breve selección de
fotografías ilustra los textos y nos ofrece una imagen precisa y definida de
cada biografiada.
Diecisiete
mujeres muy distintas, de diversa procedencia social, cultural y geográfica.
Según Montserrat Roig, “La gran mayoría de esas mujeres han vivido el exilio
exterior. El resto ha sido devorado por el canibalismo legal y religioso del
franquismo. Nadie como las mujeres que se quedaron en España saben lo que
significa el exilio interior. Mujeres doblemente colonizadas, como cuerpo y
como mente. Exiliadas en su totalidad. Tratadas como subnormales por la ley
franquista, que retrocedió siglos. Devueltas a la pura naturaleza, sublimadas
como “madres”, relegadas a la cárcel dorada y sagrada del hogar donde, las más
inteligentes o imaginativas, ahogaban suspiros de resentimiento o resignación”.
¿Qué
podría decir de cada una en esta reseña que pretende ser breve? Os invito a
leer esta obra que no tiene desperdicio, pues aúna el rigor y la documentación
con la amenidad. Su carácter divulgativo va unido a una certera selección de
datos, hechos y anécdotas, de tal manera que esas diecisiete mujeres dejan una
honda impresión en el lector.
A título de ejemplo, citaré el enfrentamiento
que se produjo en el Parlamento en 1931, proclamada ya la Segunda República, entre
Victoria Kent, del partido radical-socialista, y Clara Campoamor, del partido
radical, en torno al sufragio femenino. El sufragio de la mujer era atacado por
el partido radical-socialista, uno de los más progresistas. Victoria Kent se
manifestaba contraria a que las mujeres ejercieran este derecho, porque según
ella “la mujer había vivido hasta entonces de espaldas a los problemas comunes,
relegada a las tareas del hogar, con excepción de un grupo minoritario,
intelectual y obrero, y que concederle el voto sin la menor restricción podía
constituir un serio peligro para el régimen republicano”. Era precisa una
educación previa para contrarrestar el poder que la Iglesia tenía sobre la
mujer española en aquellos años. Clara
Campoamor, por el contrario, defendía la posición opuesta: el sufragio femenino
era el primer paso para la emancipación de la mujer y su incorporación a la
vida política. Como colofón muy ilustrativo de la visión masculina de este
debate, Manuel Azaña calificó en sus memorias este enfrentamiento verbal de las
dos diputadas de “muy divertido”. ¡Nada menos!
Las
mujeres hemos recorrido un largo camino hacia la igualdad. Pero no es todo el
camino, esto lo sabemos bien. En el origen están estos diecisiete testimonios, diecisiete
ejemplos de valor y de autenticidad. Diecisiete mujeres que merecen ser recordadas
y valoradas. La actual posición de las mujeres en la sociedad y en la política
española –en la que debe avanzarse muchísimo más- no ha surgido de la
nada. La obra de Antonina Rodrigo nos lo recuerda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario