La mañana de San Juan es siempre esa mañana maravillosa, clara y ardiente que sigue a una noche mágica. La cultura popular está llena de manifestaciones poéticas y folklóricas acerca de la noche y la mañana de San Juan, ligadas al prodigio y al amor. Hoy mismo, mientras me bañaba en el mar a una hora bien temprana, en la que sólo estábamos en el agua los peces y yo, nadando en las aguas turquesa de Binisafúller sobre el pecio que allí permanece hundido en la arena, he recordado la ciudad encantada que evoca el folklorista menorquín Francesc Camps i Mercadal (Francesc d’Albranca).
En el volumen segundo de su libro Folkore menorquí. De la pagesia recoge en el capítulo relativo a los encantamientos la leyenda popular de Parella, ciudad encantada sepultada en el mar. Pero dejo hablar a Francesc d’Albranca (1852-1929) y transcribo el texto titulado "Sa ciutat de Parella", del que encontraréis al final la traducción castellana:
“Conten que devers San Joan en ple estiu, cap a Ponent, davant Ciutadella, se veu qualque vegada, dins la mar, com sortida de ses ones, una ciutat, amb ses murades, cases, palaus, esglésies… tota d’un mateix color blavós, boirós…; li diuen sa Ciutat de Parella.
A Mallorca, de la costa de Capdepera també l’han vista, daban de Cala Agüia o Cala Ratjada, i l’anomenen sa Ciutat de Paradella; i els pescadors de sa banda d’Artà, que també l’han vista, li diuen sa ciutat de Troia.
Persones coneixem, plenes de vida, incapaces de dir una cosa per s’altra, que asseguren haver-la vista. No podem dubtar d’aquesta visió, que seu esser un de tants exemples d’espegisme.
Moltes vegades ho haureu sentit contar: sa ciutat de Parella és una ciutat encantada davall ses aigos de la mar, restant d’ella només es nom (que encara duu es sòl que ocupava, i forma ses possessions dites Parella i Parelleta de Ciutadella), i es soterranis de ses cases, ses inmenses Coves de Parella ( en ço de Parelleta). És a dir que es poder de s’encantament sols s’estengué a lo edificat damunt terra.
Es motiu de castigar-la amb s’encantament fou sa gelosia que contra Parella abrasava una altra ciutat; no diuen quina.
Però admirem sa justicia de les centúries: sa humil Parella, perseguida, si bé encantada, conserva son nom i sa virtut de sortir qualque vegada damunt s’aigua de la mar; a sa poderosa rival, la mar de ses edats se l’ha engolida, nom i tot.
I ademés, a Parella, li queda s’esperança d’esser desencantada.
¿Quan?... Es dia de Sant Joan que a la vora de la mar se trobaran set Joans i set Joanes, sense sebre res un de s’altre.”
Traducción: La ciudad de Parella
Cuentan que por San Juan, en pleno verano, hacia Poniente, en frente de Ciutadella, se ve alguna vez, en el mar, como surgida de las olas, una ciudad, con sus murallas, casas, palacios, iglesias… toda de un mismo color azulado, neblinoso…; la llaman la Ciudad de Parella.
En Mallorca, desde la costa de Capdepera también se la ha visto, delante de Cala Aguia o Cala Ratjada, y la llaman la Ciudad de Paradella; y los pescadores de la zona de Artá, que también la han visto, la llaman la ciudad de Troia.
Personas conocemos, llenas de vida, incapaces de decir una cosa por otra, que aseguran haberla visto. No podemos dudar de esta visión, que debe ser uno de tantos ejemplos de espejismo.
Muchas veces lo habréis oído contar: la ciudad de Parella es una ciudad encantada bajo las aguas del mar, quedando de ella el nombre (que aún lleva el territorio que ocupaba, y forma las fincas denominadas Parella y Parelleta de Ciutadella), y los sótanos de las casas, las inmensas Cuevas de Parella (en Parelleta). Es decir que el poder del encantamiento solo se extendió a lo construido sobre la tierra.
El motivo de castigarla con el encantamiento fueron los celos que contra Parella albergaba otra ciudad; no se dice cuál.
Pero admiramos la justicia de las centurias: la humilde Parella, perseguida, aunque encantada, conserva su nombre y la virtud de emerger alguna vez sobre el agua del mar; a su poderosa rival, la mar del tiempo se la ha tragado, nombre incluido.
Y además, a Parella, le queda la esperanza de ser desencantada.
¿Cuándo?... El día de San Juan que a la orilla del mar se encontrarán siete Juanes y siete Juanas, sin saber nada uno del otro."
La visión de la ciudad encantada tan solo es posible en ese día mágico del año en que se celebra el solsticio de verano, en que triunfa el día sobre la noche, la luz sobre la oscuridad, la energía expansiva y vital del verano contra el retraimiento y la oscuridad invernal. Desencantar la ciudad queda en manos del azar en un día de San Juan. No es imposible, solo difícil e improbable, y el número siete, cargado también de magia y simbolismo, tiene un importante papel. Lo más seguro es que la ciudad de Parella continúe encantada por ahora y tan solo algunos elegidos puedan vislumbrarla de vez en cuando en tan señalada fecha.
El escritor Carlos Garrido, autor del libro Menorca mágica, titula el segundo capítulo “Parella, la ciudad sumergida”. En el apartado “Campanas bajo el mar” sitúa la leyenda de Parella en el contexto del mito de las ciudades engullidas por el mar, del que la Atlántida es el principal ejemplo, aunque precisa que se trata de un mito propio de las culturas ribereñas que se repite con diversas variantes y adquiere así una dimensión universal. Me parece interesante la interpretación de Carlos Garrido acerca del sentido del mito de las ciudades sumergidas.
“El mar es símbolo del seno materno. Por lo tanto, estas leyendas no harían sino formular una “nostalgia fetal”. […] En cada ciudad sumergida latería la pulsión de abandonar nuestra individualidad y volver al Todo pre-natal. El hecho de adornar esta ciudad perdida con riquezas y paisajes colmados de exuberancias es una forma más de adjetivar su condición de paraíso.
Todos llevamos una ciudad sumergida dentro de nosotros mismos. Pero pocos son los que han logrado ver sus pálidas luces o escuchar el eco de sus campanas.
Este mito tiene, por otro lado, una segunda enseñanza secreta. Su lectura iniciática nos habla de la muerte y el renacimiento. La ciudad poderosa cae un día frente a un enemigo más fuerte que ella: el mar. No obstante, no por ello desaparecerá del todo. […] La ciudad perdida es así símbolo de vida ultraterrena. Por eso contiene tesoros y hace rico al que la encuentra. Las riquezas son una metáfora del verdadero conocimiento.
[…] Menorca, tal vez por la terribilidad de su entorno marino, es el único lugar de las islas [Baleares] donde el mito de la ciudad desaparecida tiene una cierta entidad.”
A las obras de Francesc d’Albranca y de Carlos Garrido vuelvo una y otra vez. Me encantan. Me hacen contemplar el paisaje menorquín desde el mirador de lo maravilloso. En algunos paseos y excursiones me sobrecoge la impresión de lo oculto tras unas rocas agrestes, un bosque sombrío o el estruendo del mar embravecido contra la piedra.
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