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viernes, 16 de septiembre de 2011

Pedro Salinas: Cartas a Katherine Whitmore

La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento constituyen la trilogía que da forma poética a la relación de amor y de amistad entre Pedro Salinas y Katherine Whitmore entre 1932 y 1947. Desde 2002 contamos con un documento precioso y clarificador del sentido de los tres poemarios: las cartas que Pedro Salinas envió a esta mujer que llegó a convertirse en la inspiradora de muchos de los más bellos poemas de amor de la literatura española contemporánea. Este epistolario publicado por Tusquets, editado y prologado por el profesor Enric Bou, contiene también un apéndice con un texto de la propia Katherine Whitmore en el cual explica las circunstancias de su relación con Salinas.
Durante muchos años la crítica literaria había especulado larga e infundadamente sobre la existencia de una mujer real detrás de los versos de los libros que componen la famosa trilogía. Muchos críticos consideraban que Pedro Salinas se refería bien a su esposa, bien a una amada imaginaria. Muy pocos amigos –entre ellos Jorge Guillén- estaban al corriente de la relación entre Salinas y  Katherine Whitmore, joven profesora norteamericana y mujer real a quien el poeta conoció en Madrid en 1932.
Esta relación sentimental fue en buena parte epistolar, pues entre 1932 y 1947 se vieron en contadas ocasiones. Es decir, que tanto la obra poética formada por la trilogía como el epistolario que materializa esta apasionada relación amorosa tienen un importante componente mental, por no decir imaginario, que no creo que fuera un adjetivo apropiado. Lejos de la mujer que ama, la mente del poeta enamorado  sublima y recrea con la palabra el sentimiento, la emoción, la exultante felicidad, la tristeza, la añoranza, la duda, la exaltación, el dolor… La ausencia magnifica y eleva la imagen de la mujer amada en la distancia y el recuerdo. Transcribo un fragmento de la carta 79, fechada en Madrid, del 28 de febrero de 1933:
“¿Conque tus amigos se quejan de no verte? Lo mismo me pasa a mí. Me encuentran cambiado, desigual, preocupado a veces, alegre sin motivo aparente otras. Y es, claro, que ignoran toda mi vida nueva e invisible. Ignoran todos esos hilos, tan sensibles y tan indestructibles que me unen con un ser amado, y que tú tienes en tu mano. Esos hilos tiran de mí, me ponen en pie, otras veces se aflojan, me debilito. Todo sigue la alternativa de color y esperanza con que nuestro amor me apresa por el alma. Es curioso, nunca me pasó esto de tener las razones de vivir más poderosas tan lejos, tan invisibles. No estar alegre o triste por el color del cielo que vemos al levantarnos, por nuestros actos del días, sino por motivos sin color ni cuerpo, por causas aéreas, inaprehensibles, sin materia, como sombra. En torno mío tengo, sí, algunas razones para estar más o menos contento, sobre todo para estar menos (recuerda los disgustos de los días pasados), pero lo que decide el temple de mi alma, la orden final, el rumbo decisivo hacia la alegría o el desánimo, viene siempre del otro lado del mar, de ti. Y no son sólo tus cartas, no, las que juegan con mi alma como el mar con su agua (un día a serenidad y azul, otro a tormenta y gris), no, sino mis figuraciones sobre nuestro amor, sobre su estado presente y su futuro. Me doy cuenta de su infinita delicadeza, su fuerza y su fragilidad, al mismo tiempo.”
Jorge Guillén contribuyó a que se salvara esta colección de cartas, pues logró vencer las reservas de la destinataria ante la posibilidad de que fueran publicadas. Así, Katherine Whitmore en 1979, tres años antes de morir, las donó a la Houghton Library de la Universidad de Harvard. Han podido ser consultadas desde 1999. Se han perdido las que Katherine envió a Pedro Salinas y, por tanto, solo conocemos una parte de esta historia.
Este epistolario no es tan solo un documento interesante para los estudiosos de la literatura, es en sí una preciosa obra literaria y un documento humano de primer orden. En muchas ocasiones cartas y poemas forman un todo. Algunas cartas poseen el valor de un poema y algunos poemas tienen su eco en las cartas. Son una delicia, son maravillosas. Llenas de anécdotas y de análisis nunca aburridos de los sentimientos del poeta. Es el despliegue de lo que un amor apasionado provoca en un espíritu sensible y cultivado, hasta el punto de que esas cartas contienen toda una filosofía del amor, al igual que la contienen los poemas de La voz a ti debida.
Si algún devoto de Salinas no ha leído aún estas cartas, ¡que lo haga cuanto antes! Leerlas implica seguir la historia de amor entre el poeta y su amante, conocer las vicisitudes de esta relación. Cada carta es una pequeña joya literaria de profundo valor humano. Leer estas cartas es un placer, es disfrutar de esos buenos momentos que son un regalo para los amantes de la lectura y de la poesía.

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