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domingo, 21 de junio de 2015

La Fageda d'en Jordà

Hace dos semanas fui con mi familia y unos amigos a La Fageda d’en Jordà, en el Parc Natural de la Zona Volcànica de la Garrotxa, en la provincia de Girona. Una excursión magnífica por un recorrido fácil y bien indicado. Era un sábado en que el sol de junio caía a plomo y sin embargo anduvimos siempre a la sombra del magnífico hayedo, cuya tranquila belleza elogió el poeta catalán Joan Maragall (1860-1911) en unos versos que recoge una placa conmemorativa junto al monolito que se encuentra en la entrada del parque.

Saps on és la fageda d'en Jordà?
Si vas pels volts d'Olot, amunt del pla,
trobaràs un indret verd i pregon
com mai més n'hagis trobat al món:
un verd com d'aigua endins, pregon i clar;
el verd de la fageda d'en Jordà.
El caminant, quan entra en aquest lloc,
comença a caminar-hi poc a poc;
compta els seus passos en la gran quietud
s'atura, i no sent res, i està perdut.
Li agafa un dolç oblit de tot el món
en el silenci d'aquell lloc pregon,
i no pensa en sortir o hi pensa en va:
és pres de la fageda d'en Jordà,
presoner del silenci i la verdor.
Oh companyia! Oh deslliurant presó!

Al entrar en el hayedo te envuelven el verdor y la paz. El caminante se siente entonces en un espacio mágico donde crecen los helechos y las hiedras trepan firmes por los altos troncos de las hayas. El suelo alfombrado de hojas caídas conforma un bello manto vegetal, protegido en muchas zonas a lo largo del camino para una más eficaz regeneración. El color terroso de las hojas secas contrasta con el verdor matizado y oscuro del musgo que crece fuerte y aterciopelado sobre las piedras volcánicas del camino.


Las raíces de los árboles sobresalen vigorosamente dibujando un suelo lleno de protuberancias y de fantásticas formas retorcidas que parecen tener una vida independiente de los árboles.  Multitud de plantas silvestres crecen en el hayedo, animando el camino con  sorpresas como unas preciosas y tiernas fresas salvajes.¡ De lo más bonito!



Uno cree hallarse en un mundo de cuento, de esos cuentos leídos en la infancia donde en bosques como este puede ocurrir cualquier cosa fuera de lo común. Esas imágenes  prenden en la imaginación de los niños de forma tal que jamás se olvidan y si uno ya de adulto puede disfrutar del privilegio de visitar un espacio natural como este, siente que la magia y la belleza del mundo de la fantasía tienen su razón de ser porque son parte de la realidad.





Aquí está la foto de un plano que se puede conseguir en la entrada del parque, donde se pueden dejar los coches con total comodidad. Además, entre los árboles, cerca de las taquillas y aseos hay una serie de mesas y bancos de picnic en un ambiente fresco y tranquilo de lo más agradable.


Como comentario final, para quien no sea conocedor de la zona, ¡ojo con lo que indica el GPS del coche! Es posible que por su cuenta y riesgo decida que la excursión debe durar un poco más. Pero tampoco pasa nada, pues el paisaje de la zona es divino y merece la pena.

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