He
leído y releído este precioso ensayo del escritor catalán Emili Teixidor,
publicado en 2007. Lleva el subtítulo de “Com incitar els nens i els
adolescents a la lectura: una guía per a pares i mestres”, pero en realidad es
la expresión del fervor por la buena literatura y un apunte verdaderamente
interesante acerca de cómo incitar a lectura a los niños y jóvenes. Lo descubrí
en la Biblioteca Pública de Maó en una sección temporal dedicada a libros que
tratan de libros.
La
lectura i la vida consta de diez capítulos que fueron publicados de forma
independiente o fueron en su momento conferencias del autor en diversos
lugares. Estos textos tienen un tema común: la importancia de guiar
adecuadamente a los jóvenes lectores hacia la lectura de los clásicos, de la
buena literatura, de los libros bien escrito. ”Adecuadamente” significa sin imposiciones
academicistas o políticamente correctas, lo que acaba ahuyentando de forma
lamentable a los potenciales lectores.
En
este sentido, Emili Teixidor nos hace muchas y muy interesantes propuestas, de
fácil aplicación por parte de los profesores y de los padres. A mí me pilla un
poco tarde, pues mis hijos son muy
mayores y como profesora me queda ya bien poquito, aunque sin duda algo
aprovecharé. Pero no importa, porque este libro es un verdadero tesoro de
reflexiones sobre el valor de los clásicos y de la estrecha relación entre la
lectura y la vida, además de comentarios sugerentes sobre autores y obras.
Todo
amante de la literatura disfrutará con este libro, aunque no sea padre ni
profesor. Es además una obra que requiere relecturas, no por difícil o
complicada, sino porque tira del lector que lo ha saboreado una vez para
decirle algo nuevo en cada ocasión o para mostrarle detalles, frases o temas
que de entrada pasaron tal vez desapercibidos.
Emili
Teixidor cierra su libro con un capítulo
extra titulado “La “biblioteca ideal””, en el cual nos ofrece una
relación de 70 obras elegidas por cien críticos convocados por la Fundación
Gemán Sánchez Ruipérez en Madrid. Son libros destinados a niños y jóvenes, pero
no solo a ellos, sino también al lector
de mente y gustos abiertos. La buena literatura, como el amor, no tiene edad.
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