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jueves, 26 de enero de 2012

Kate Morton: El jardín olvidado (I)

Compré El jardín olvidado sin saber muy bien qué compraba. Soy del Círculo de lectores, como ya sabéis, y escogí guiándome por la sinopsis del libro sin tener la menor idea de que se trataba de una obra que ha alcanzado un gran éxito.  Nada más empezarla me cautivó, ya no pude dejar la novela. Ansiaba llegar a casa y ponerme a leer. Leía hasta altas horas de la noche, hasta que, rendida de sueño, los ojos se me cerraban. ¡Qué novela tan bonita!
No voy a resumir detalladamente la historia que se relata en El jardín olvidado. Sólo lo indispensable. No quisiera privar a nadie del inmenso placer de ir descubriendo misterios y secretos a medida que se avanza en la lectura. Así que me limitaré a lo indispensable.
En Londres, en  1913, una niña es abandonada en un barco con destino a Australia con una pequeña maleta que sólo contiene algo de ropa y un libro de cuentos de hadas. Una mujer le ha dicho que la espere allí, que se esconda y que no diga su nombre. El barco zarpa y la mujer no acude junto a la niña. En Australia, en 20 la anciana Nell, a punto de ya de morir a los noventa y cinco años, murmura antiguos recuerdos. Después de su muerte, su nieta Cassandra hereda una cabaña y un jardín en Cornualles. Una herencia envuelta en el misterio, que impulsa a la joven Cassandra a emprender el viaje a Inglaterra para tratar de descubrir los vínculos de su abuela con aquella propiedad. El viaje de Cassandra es un viaje en el espacio y en el tiempo que la lleva a descubrir el pasado de su abuela y a conocer secretos familiares que habían permanecido ocultos. Es también un viaje hacia sí misma, de descubrimiento y de regeneración.
Kate Morton se revela como una excelente narradora, con un gran dominio del arte de mantener hasta el final el interés y la tensión en el lector. Gran conocedora de la literatura inglesa de la época victoriana, sabe aprovechar este bagaje para crear una atmósfera muy especial  y un argumento bien trabado, con unos personajes cautivadores en lo bueno y en lo malo de su carácter y de su conducta. Al leer El jardín olvidado uno entra en ese espacio o dimensión mágica que sólo los cuentos de hadas son capaces de crear. De hecho, la propia autora afirma en una de las entrevistas que le hicieron en su visita a España que ha querido escribir un cuento de hadas para adultos.
El tema de los cuentos de hadas recorre la obra y alcanza el nivel de elemento estructural del contenido. Eliza Makepace, uno de los personajes principales de la novela, es escritora de cuentos de hadas. Los cuentos de Eliza, que se intercalan en diversos capítulos,  son parte integrante de la novela, pues están directamente relacionados con el argumento. Cada relato tiene su sentido y su función. Es literatura dentro de la literatura, que aporta a El jardín olvidado  simbolismo y significado. Es verdad que la propia novela es como un largo cuento de hadas, que absorbe y encanta. Como dice J. C. Cooper en Cuentos de hadas. Alegorías de los Mundos Internos:
“La fascinación que ejerce el cuento de hadas en todas las edades radica en que revela nuestra propia naturaleza interior, con infinitas posibilidades espirituales, psíquicas y morales. Es la búsqueda del significado de la vida. El argumento gira en torno al héroe o la bella afligida, que se enfrentan a poderes titánicos. Los sufrimientos, pruebas y tribulaciones son imprescindibles para la realización de la trama, la evolución de los individuos involucrados y la unificación final.”
En El jardín olvidado, no es que se fundan realidad y fantasía, -todo buen lector de una obra de ficción acepta las reglas del juego con la única condición de la cervantina “verdad poética”-. Es que  la realidad se sustenta en lo sobrecogedor de las historias de los personajes a lo largo de muchos años. La búsqueda de la propia identidad como tema es un poderoso hilo conductor que relaciona las vidas de Eliza, Nell y Cassandra.
Y ¿qué decir de los personajes? Bien construidos y caracterizados, seres con vida e identidad propia, con claroscuros, luces y sombras. Algunos de ellos, como la señora Swindell, parecen sacados de una obra de Dickens. Y es que en El jardín olvidado encontramos ecos de la mejor narrativa británica del siglo XIX, como si Jane Austen y las hermanas Brönte se hubieran deslizado en algunas páginas de la novela: Adeline, Rose, la propia Eliza, Mary… por citar las mujeres del pasado. La historia de Nell, a través de Cassandra, me parece a mí, no es sino el pretexto para la bella y emotiva historia de Eliza, la autora de bellísimos cuentos de hadas.
En cuanto a la estructura de la novela, distintos planos temporales se alternan en función de los personajes. El estilo literario cambia levemente también: los capítulos dedicados a Eliza están narrados en algunos momentos con el estilo propio de las novelas de misterio. Parte de la infancia de Eliza transcurre en ambientes que recuerdan algunas novelas de Dickens, como el hueco en donde viven Eliza y su hermano:
“Encima de la tienda del señor y la señora Swindell, en la estrecha casa junto al Támesis, había un pequeño cuarto, escasamente mayor que un armario. Era oscuro, húmedo y maloliente (consecuencia natural de malos desagües y una inexistente ventilación), con paredes descoloridas que se resquebrajaban durante el verano y chorreaban durante el invierno, y una chimenea cuyo tiro había sido bloqueado hacía ya tanto que parecía una grosería sugerir que debía ser de otra manera. Pero, a pesar de su miseria, el cuarto de encima de la tienda de los Swindell era el único hogar que Eliza Makepeace y su hermano mellizo, Sammy, habían conocido, y que les proporcionaba un mínimo de seguridad y protección del que carecían sus vidas.”
El título, El jardín olvidado, es, desde mi punto de vista, un anticipo de la importancia y del simbolismo del jardín en la novela. El jardín, avanzada ya la novela, va adquiriendo cada vez más peso en el relato y cobra nitidez su significado como símbolo. Es un lugar de paz, un refugio, el centro donde Eliza pude encontrarse a sí misma. El diccionario de los símbolos de Jean Chevalier lo define en primer lugar como “un símbolo del paraíso terrenal, del cosmos que lo tiene como centro, del paraíso  celestial y de los estados que corresponden a las estancias paradisíacas.” Algo en perfecta consonancia con el jardín cerrado creado y cuidado por Eliza.
El jardín olvidado gustará a todos aquellos lectores a quienes les encanta dejarse atrapar por buenas historias, por relatos bien contados, a quienes gustan del misterio, la intriga, los secretos. Gustará a todos los que muchas veces -como yo misma- leen como niños.

4 comentarios:

  1. Preciosa reseña. Este libro me encantó. Bss.

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  2. Muy buena reseña y preciosa novela.
    Has visto el facebook de El Jardín olvidado? te invito a pasarte, está genial!

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  3. Totalmente de acuerdo con tu magnífica reseña. También cayó en mis manos sin apenas referencia, era el primero que leía de esta autora, y la verdad es que me ha seducido de tal modo que ya estoy leyendo el segundo "Las horas distantes", a ver qué pasa.

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  4. Maria luisa Chamorro16 de octubre de 2012, 10:18

    Excelente reseña y fantastico libro (Jardin Olvidado), estoy sentada y con La casa de Riverton en mis rodillas...lista para partir...

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