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sábado, 4 de junio de 2011

La verdad de las mentiras

Estaba empezando a releer Sostiene Pereira, de Antonio Tabucchi . En el primer encuentro entre Pereira y Monteiro Rossi, cuando ya están empezado a conocerse un poco, Monteiro Rossi dice que tiene ganas de hablar de literatura, que normalmente tiene pocas ocasiones de hacerlo, pues la gente que conoce suele hablar de filosofía, entonces "a Pereira le vino a la cabeza una frase que decía siempre su tío, que era un escritor fracasado, y la repitió. Dijo: La filosofía parece ocuparse sólo de la verdad, pero quizá no diga más que fantasías, y la literatura parece ocuparse sólo de fantasías, pero quizá diga la verdad."

Evidentemente, no se trata de entrar ahora a desprestigiar  la Filosofía como disciplina centrada en el afán de verdad, de saber a ciencia cierta la verdad del mundo en que vivimos y nuestra propia verdad, nada de eso. A mí, lectora empedernida desde antes de saber leer, lo que me fascina y me ha maravillado siempre es esa verdad que encierra la literatura. Narrativa, poesía, teatro... toda obra literaria es una ficción que puede llegar a contener y a transmitir una verdad profunda, íntima, humana. Entrega al lector, envuelta en la ficción, algo auténtico del mundo y del ser humano. "-La ficción tiene la facultad de enseñarnos lo que no conocemos y lo que no se da." dice Díaz-Varela, un personaje de Los enamoramientos, la última novela de Javier Marías. La ficción, pues, nos permite acceder a lo que en nuestra parcela de realidad donde nos movemos no está a nuestro alcance. Al adentrarnos en la ficción entrevemos, o acaso vemos, verdades de las que nunca llegaríamos a saber nada. Y es que la literatura es la puerta de entrada a otras vidas, a otros mundos.

Mario Vargas Llosa es el gran defensor de este punto de vista. En La verdad de las mentiras, recopilación de breves estudios sobre treinta y cinco novelas del siglo XX, se pregunta de qué depende la verdad de una novela, y responde: "De su propia capacidad de persuasión, de la fuerza comunicativa de su fantasía, de la habilidad de su magia. Toda buena novela dice la verdad y toda mala novela miente. Porque "decir la verdad" para una novela significa hacer vivir al lector una ilusión y "mentir" ser incapaz de lograr esa superchería. La novela es, pues, un género amoral, o, más bien, de una ética sui géneris, para la cual verdad o mentira son conceptos exclusivamente estéticos."

El que esas fantasías lleguen a conmovernos y a catapultarnos fuera de nuestra cotidiana rutina depende de la capacidad del escritor de integrar experiencia humana y arte de la palabra. En última instancia, literatura es arte.

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