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domingo, 24 de julio de 2011

Iris Murdoch: La negra noche


Confieso que saqué La negra noche de la biblioteca pública sin ninguna expectativa en especial, sólo con el deseo de leer algo de Iris Murdoch, de la que sólo sabía que era considerada una buena novelista, que cuando murió estaba enferma de Alzheimer y que hay una película sobre su vida. El prólogo de Álvaro Pombo me resultó sugerente, me animó a leer y a intentar descubrir aspectos que él apunta.
Hoy he terminado la novela. Decir que me ha gustado no sería exacto: me ha interesado, que es distinto. Se trata de una obra que no deja indiferente, sorprende, da pie a reflexiones a medida que se va leyendo, incluso me formulaba a veces esta pregunta: ¿realmente me gusta la novela? Sí, si gustar es dejarse cautivar por los personajes, por sus actos, sus problemas, por su vida interior, por sus relaciones y por sus vidas, imperfectas y contradictorias. Hay, además, fragmentos de gran belleza y profundidad.
Los personajes de La negra noche viven en Londres, forman parte de un entramado familiar y de amigos en torno a Louise y sus tres hijas, Sefton, Aleph y Moy. Un acontecimiento un tanto extraño, el supuesto asesinato de Peter Mir por parte de Lucas Graffe, otorga a la novela un cierto aire de relato policíaco, pero sólo en apariencia. Peter Mir, que no muere realmente,  aparece de forma misteriosa para entrar a formar parte de la vida de estas personas a quienes desea conocer y tratar: Louise y sus hijas, Bellamy, Clement, Joan, Harvey. En principio parece moverle el deseo de venganza contra su fallido asesino, quien, según el propio Peter, deseaba en el fondo matar a su hermano Clement. Esta línea argumental es el pretexto, no el núcleo de la novela. La aparición de Peter, que al principio conmociona a todos, constituye un catalizador gracias al cual los personajes van moviéndose entre ellos en una especie de concierto instrumental, como un coro de voces que unas veces canta al unísono y otras calla para dejar oír una sola voz.
El relato en tercera persona se alterna con diálogos, cartas y con fragmentos de monólogo interior que nos permiten entrever la interioridad de los personajes. Son textos llenos de matices que expresan la profunda humanidad de los seres a cuyas vidas asistimos en lo que dura la lectura de la novela. En La negra noche, más que de argumento en sentido clásico, debemos hablar de un fragmento de vida: seres humanos que ya vivían antes de empezar a leer y que seguirán viviendo cuando llegamos al final de la obra. Evidentemente, la novela termina. Las múltiples tramas tejidas en torno a las vidas de los personajes van teniendo todas ellas su desenlace más o menos perfilado, y no obstante siempre intuimos que la vida sigue, que aquello es sólo un alto en el camino a modo de instantánea.
Y bien, ¿qué es lo que convierte La negra noche en una novela valiosa e interesante? En mi opinión, por una parte, la construcción literaria –estética- de los personajes y la forma en que éstos se manejan con los asuntos que les preocupan; por otra, el simbolismo clásico, mitológico y literario que impregna toda la narración unido a un fondo moral y ético que mueve la conducta de todos ellos. Este es, para mí, el esquema estructural de la novela, que articula una temática múltiple y compleja desde una aparente sencillez.
Las inseguridades y temores que padecen Louise, Clement, Sefton, Moy y Harvey se alimentan de una profunda preocupación por el bien de los otros, por el temor a causar daño sin querer o por las propias insuficiencias. El miedo a hacer daño se extiende incluso a las relaciones amorosas. Hay diversos triángulos: Joan desea a Clement, Clement ama a Louise, pero cree que Moy está enamorada de él. Sefton está enamorada de Harvey, pero cree que él y Aleph se aman desde siempre, por poner dos ejemplos. Estas falsas percepciones son fuente de dolor y de malentendidos. En el fondo late el deseo de hacer el bien unido al miedo a causar daño a las personas queridas. En otro sentido, Bellamy, deseoso de hacer el bien y  tan preocupado por sus problemas religiosos, descuida un asunto clave: la coherencia. Su supuesta fe, tan teñida de vago y desesperado misticismo, no es otra cosa falta de valor para actuar con el coraje que requiere vivir de acuerdo con un principio moral. Bellamy busca siempre su salvación en otra persona, sin ver que sólo depende de sí mismo.
El temor a causar daño y el deseo de hacer el bien adquieren una dimensión casi cósmica en la figura de la entrañable Moy. La menor de las tres hijas de Louise posee un marcado espíritu creativo y artístico, a la vez que, con su carácter serio, reflexivo y sensible, se siente unida al mundo natural, a los animales y a las piedras. Su sensibilidad la lleva a intentar salvar a cualquier ser vivo que se encuentre en peligro de perder la vida, incluso arriesgando la propia, como en el caso de la aventura del cisne. Junto a Moy encontramos a Anax, el perro de Bellamy, que tiene en esta historia un importante papel.
La profunda conciencia de sí mismos de estos personajes contrasta con la extravagancia y el desapego de otros como Lucas Graffe, el excéntrico profesor de historia, o Peter Mir, que une en sí las cualidades del mago y del farsante. Los golpes de efecto no son raros en La negra noche.
El título original de la novela es The Green Knight. En ella aparece mencionado el caballero verde en diversas ocasiones. Con ello la autora alude al personaje de una antigua novela medieval anónima, relacionado con Gawain y el rey Arturo en una situación de prueba. No he leído directamente esta historia, sólo conozco el argumento superficialmente, pero tengo la impresión de que puede establecerse un paralelismo entre el Caballero Verde y Peter Mir. De hecho, seguro que una relectura a la luz de ciertas claves interpretativas puede resultar francamente rica y sugerente.

1 comentario:

  1. Un hermoso artículo para una novela entrañable.
    Me he encontrado con este bloc y artículo cuando buscaba los nombres de los personajes de esta novela. A veces leemos un libro en el mejor momento y otras veces ocurre lo contrario. Yo leí "La negra noche" cuando la publicó Lumen y me encontraba de baja laboral saliendo de una depresión. No recuerdo haber leido una obra con tanta intensidad ni sentido tanto amor por un personaje de novela como el que sentí por Louise y Moll. También sentí una gran complicidad con Clement. Había leído otras novelas de Iris Murdoch y hasta entonces mi preferida era A Word Child. Me ha gustado encontrarme a través del tiempo con este gratificante artículo.

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