La trama argumental de Los enamoramientos es simple a más no poder. La narradora, María Dolz, cuyo nombre no conoceremos hasta bien avanzada la primera parte de la novela, relata la muerte por asesinato de Miguel Desvern o Devern, a quien conocía de vista, al igual que a su esposa, Luisa Alday, del café donde tomaban el desayuno todas las mañanas. De pronto, dejan de ir, y María se entera de que él ha sido asesinado de forma brutal. Más adelante, Luisa regresa a la cafetería. María se acerca a saludarla y a presentarle sus condolencias. Desde este momento se establece una relación de amistad entre ellas. En una visita a casa de Luisa María conoce a Díaz-Varela, un íntimo amigo del fallecido. Después de un encuentro casual, María Dolz y Díaz-Varela inician una relación y comienzan a verse con frecuencia y a mantener largas conversaciones sobre Miguel Desvern y Luisa y sobre las circunstancias y las causas de su asesinato. María se enamora de Díaz-Varela, aunque es consciente de que él está, al parecer, esperando su momento con Luisa Alday.
La novela se divide en cuatro partes. La primera se centra en torno a la muerte de Desvern; la segunda tiene como tema de fondo la muerte y el regreso de los muertos o de quienes se suponía que habían muerto; en la tercera aparece un nuevo personaje y el misterio y la intriga se convierten en un ingrediente que dotará de tensión a la novela hasta el final; la última parte de la novela, transcurridos unos años desde el asesinato de Desvern, nos muestra a los personajes en una nueva situación.
La novela se divide en cuatro partes. La primera se centra en torno a la muerte de Desvern; la segunda tiene como tema de fondo la muerte y el regreso de los muertos o de quienes se suponía que habían muerto; en la tercera aparece un nuevo personaje y el misterio y la intriga se convierten en un ingrediente que dotará de tensión a la novela hasta el final; la última parte de la novela, transcurridos unos años desde el asesinato de Desvern, nos muestra a los personajes en una nueva situación.
El argumento en sí es aparentemente simple y, no obstante, a mí me ha parecido una novela rica, densa, maravillosa, que me enganchó desde el principio. Sobre este hilo argumental tan sencillo Marías despliega los temas centrales de la novela. El argumento es un pretexto para construir unos personajes que nos muestran a través de diálogos y de reflexiones en los que la digresión es constante. Todo lo sucedido y las consiguientes interpretaciones se relata desde el punto de vista de María, que adopta la perspectiva del narrador omnisciente, aunque con una particularidad: en todo lo concerniente a los demás personajes, cuando no reproduce sus palabras textuales, parte siempre de la hipótesis de lo que tal o cual personaje pensaría o diría, que es en definitiva el punto de vista que solemos adoptar muchas veces en la vida real.
Díaz-Varela es el otro narrador - introducido siempre por María-que relata también en muchas ocasiones desde un punto de vista hipotético. Recrea, desarrolla, amplifica y detalla lo que él supone que sentiría o pensaría su amigo Desvern. Tiende, cómo no, a la digresión, y a través de sus palabras se introduce en la novela el tema de los muertos que regresan. A través de la historia del coronel Chabert, Díaz –Varela plantea el caso de aquellos que al parecer murieron, pero resulta que no murieron y regresan para recobrar su lugar en el mundo cuando se les daba ya por muertos y la vida de los vivos ha seguido por otros derroteros y el retorno del muerto supone un grave problema para los vivos.
Entre los variados temas que surgen al hilo de las reflexiones y diálogos de los personajes hay uno que me parece fundamental: ¿Qué sabemos de los otros? Buena parte de cuanto sabemos de los demás, aparte de lo que ellos puedan haber dicho, lo sabemos por otras personas que les conocen y que al hablar de ellos nos están dando su versión, sus interpretaciones, construidas muchas veces sobre suposiciones, hipótesis, marcos teóricos sustentados sobre prejuicios o meras ilusiones. ¿Qué es saber de otro? ¿Qué significa conocer a otro? Los demorados análisis que los personajes hacen de cuanto les ha ocurrido, de lo que sienten, piensan o temen, no son sino reflexiones sobre ciertas formas de estar o de pasar por la vida. Percepciones y sensaciones se entremezclan gracias a la prosa magnífica de Javier Marías, se analizan y se describen de tal manera que la visión de los hechos por parte de unos y otros personajes da pie a una panorámica de lo humano, de íntimas vivencias, de lo que se calla, de lo que no se exterioriza. “Uno nunca sabe si lo que se le dice es verdad, nunca hay certeza de nada que no venga de nosotros mismos, y aun así”, dice María. Frase demoledora a la vez que clave interpretativa de la novela en conjunto. Los hechos son los que son, pero la verdad auténtica de los personajes queda en sombra, sólo tenemos sus interpretaciones.
El título Los enamoramientos hace pensar que el amor será tema central, y de hecho lo es, a pesar de que tantas digresiones y tantos temas secundarios con bastante peso en la novela inducen a creer al principio que no, que es un tema aparente. Y no, el amor de Desvern por Luisa, el de María por Díaz-Varela, el de Díaz-Varela por Luisa son los puntales sobre los que se sostiene este relato. Junto al amor, el tema complementario: la muerte, Eros y Thanatos. Los personajes actúan por amor y se ven atrapados por la sombra de la muerte, real o deseada. Las consecuencias de la muerte de Desvern recaen sobre todos ellos. Amor y muerte se convierten en la novela en las dos caras de la misma moneda. Ecos shakespearianos relativos a la muerte impregnan la novela, como en otras de Javier Marías –Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí-y la sombra de Macbeth se cuela entre los diálogos que mantienen María y Díaz-Varela.
Novela espléndida, de tan amplio contenido, llena de tantas reflexiones y de tantos temas, que es imposible sintetizarlas, pues su lectura propicia en el lector la tendencia a la reflexión personal de forma casi constante. Quiero acabar este comentario citando un fragmento de la página 166, unas palabras de Díaz-Varela en un diálogo con María sobre el caso de Coronel Chabert:
“- Lo que pasó es lo de menos. Es una novela, y lo que ocurre en ellas da lo mismo y se olvida, una vez terminadas. Lo interesante son las posibilidades e ideas que nos inoculan y traen a través de sus casos imaginarios, se nos quedan con mayor nitidez que los sucesos reales y los tenemos más en cuenta”
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