Isak Dinesen,
pseudónimo de Karen Blixen, es una autora mundialmente conocida y su libro de
relatos Cuentos de invierno, un clásico de la literatura universal
contemporánea. Después de muchos años, en los que mi admiración por esta
escritora no ha hecho sino crecer, he releído los bellos relatos que componen
el libro. Me han emocionado como la primera vez y me han interesado doblemente.
Ante una obra tan conocida, y sin la pretensión de aportar nada sustancialmente
nuevo, me centraré en el comentario de algunos puntos que, personalmente, me
parecen significativos y me han interesado a lo largo de la lectura.
Isak Dinesen escribió Cuentos
de invierno durante la ocupación alemana de Dinamarca. La obra fue publicada en
1942. A diferencia de Siete cuentos góticos, la mayoría de historias
transcurren en Dinamarca total o parcialmente. Once cuentos componen el libro:
El joven del clavel, El acre del dolor, La heroína, Cuento del joven marinero,
Las perlas, Los invencibles dueños de esclavos, El niño soñador, Alkmene, El
pez, Peter y Rosa y Un cuento consolador.
Las historias narradas
se sitúan siempre en el pasado, nunca en la época de la autora: de algunas nos
dice la narradora que ocurrieron en el siglo XIX; de otras, en un pasado lejano sin precisar. No hay argumentos
o personajes contemporáneos. Probablemente,
esta característica los sitúa en una dimensión intemporal, donde lo que
realmente cuenta es el conflicto ante el que se encuentran los personajes y la
forma en que lo experimentan.
Varios temas destacan
en la colección de cuentos: el destino, el niño de origen incierto que es
adoptado y se desarrolla en una nueva familia, el artista y su esencia, los
sueños, la antítesis entre la tierra y el mar y el anhelo por seguir el propio
camino.
El tema del destino, el
de cada ser humano, es uno de los más poderosos y recurrentes en la obra de
Isak Dinesen. Destino no significa fatalidad, algo que marca y condiciona
previamente a los personajes, sino algo con lo que uno se encuentra en un
momento decisivo de la vida. Algo que sin duda es la propia verdad, aquello
ante lo que hay que responder si uno no quiere traicionarse. Así, en El acre
del dolor, el joven a través del cual
conocemos el sacrificio que realiza una madre para salvar a su hijo se siente
partícipe de una circunstancia que le impresiona profundamente:
“Si las cosas hubiesen sucedido de manera
diferente, si su primo no hubiese muerto, y los acontecimientos consiguientes a
su muerte no le hubiesen traído a él a Dinamarca, su búsqueda de la comprensión
y la armonía podía haberle empujado hacia América, y haber encontrado ambas
cosas allí, en las selvas vírgenes de un mundo nuevo. En cambio, se le habían
revelado hoy en el lugar donde había jugado de pequeño. Del mismo modo que la
canción se aúna con la meta, el mismo modo que los amantes se funden en un
abrazo, así el hombre se aúna con su destino, y lo amará como a sí mismo.”
En el momento en que
los personajes conocen el rostro de su destino y lo aceptan, se someten a algo
más grande que ellos mismos. Es el caso, por ejemplo, de Peter y Rosa, los
protagonistas de uno de los cuentos más bonitos.
En Peter y Rosa, en
El niño soñador y en Alkmene nos encontramos con el tema del niño abandonado o
perdido que encuentra un hogar en el que crece y es educado, pero que no es su
verdadero lugar en el mundo. El niño soñador es un cuento que compendia varios
temas: el del niño perdido que intuye sus orígenes y la vida le hace el regalo
de devolverle supuestamente a su sitio y a su familia; el del amor apasionado
oculto bajo la apariencia de serenidad y contención; y el tema de la muerte, una vez que se logra aquello tan ansiado. El protagonista del cuento es un
poeta, nos dice la narradora. Tiene una sensibilidad especial. ¿Quién es el
poeta, desde la perspectiva de este cuento? Es el niño, que sabe comunicar la
verdad, la belleza, el encanto, y todos en su casa se han encariñado con él, y
él les ha cambiado la vida. El niño soñador, el poeta, pues, posee un don: comunica la belleza total.
Cuento del joven
marinero, por su parte, contiene todos los ingredientes del cuento maravilloso.
Probablemente se halle inspirado en algún cuento popular danés. Es un relato
absorbente, que desde el primer momento sumerge al lector en un ambiente y en
una atmósfera intensos y de gran plasticidad y belleza.
Peter, de Peter y Rosa,
y el protagonista de Cuento del joven
marinero sienten una poderosa atracción por el mar. Para ellos representa su
verdad y su libertad. Es lo que les vincula con la esencia de la verdadera vida, opuesta a la vida en
tierra, entre los campesinos. Incluso las pescaderas son la antítesis de las
campesinas:
“Estas pescaderas
pertenecían a una raza vigorosa y activa: recorrían veinte millas, cargadas
como mulas, hiciera el tiempo que hiciese, y regresaban a casa a guisar para el
marido y una docena de críos. Eran listas y chismosas, se sentían a sus anchas
en todas las casas, y preferían su
profesión ambulante a la de la campesina, atada al establo o a la mantequera, y
a la de la mujer del párroco.”
Otra particularidad de
estos Cuentos de invierno es que los protagonistas de los relatos o bien son
niños, o son jóvenes. Sin embargo, hay en ellos algo que les hace sentirse
extraños en el ambiente en el que se mueven o en el que están creciendo. Ni la
joven de Las perlas, ni Alkmene, ni el príncipe de Un cuento consolador, por
ejemplo, se sienten en el lugar que les corresponde. Buscan algo más, o buscan
algo de acuerdo con sus sueños.
Los relatos de Cuentos de invierno
son cuentos morales y ejemplares en el sentido cervantino, con una dimensión ética respecto al propio individuo, en los que hallamos
personajes que reflexionan sobre los misterios de la vida y del destino humano,
que se plantean y se cuestionan su manera de actuar y de estar en la vida. Algunos
se encuentran cara a cara con situaciones en las que se les revela su destino y
poseen la limpieza de alma necesaria para aceptarlo y disolverse en su verdad.
Karen Blixen fue una
narradora nata. Con sus historias disfrutamos del placer de que nos cuenten y
de conocer personajes que a su vez cuentan otras historias y con ellos nos
adentramos en relatos llenos de meandros y sinuosidades, donde lo principal es
el gusto por la historia y por el disfrute de una prosa bella y sugerente. Como muestra del
estilo de la escritora, valga este texto de una hermosa descripción en El niño soñador:
“Habían llegado al
final del bosque. Desde la entrada dominaban una gran perspectiva de paisaje
despejado. Después de la oscuridad verdosa de la floresta, el mundo
exterior parecía increíblemente claro, y
como blanqueado por la luminosa borrosidad del mediodía. Pero al cabo de un
rato, los colores del campo, de los prados y de los grupos dispersos de árboles
se definieron a sus ojos uno tras otro. Había un azul desvaído en el
firmamento, con débiles cúmulos blancos y nubes sonrosadas a lo largo del
horizonte. El centeno verde estaba a punto de espigar; donde el dedo de la
brisa lo tocaba, corrían largas, suaves olas a lo largo del suelo. Las casitas
con techumbre de paja de los campesinos emergían de la tierra ondulante como
pequeños islotes cuadrados y encalados; alrededor de ellas, los setos de lias
sostenían su follaje claro y, en lo alto, racimos de flores pálidas. Oyeron el
rodar de un carruaje a lo lejos, y por encima de sus cabezas, el canto
incesante de innumerables alondras.”
Karen Blixen es una
autora que merece la pena conocer. Quedarse solamente con la anécdota que
proprociona la película Memorias de África, aunque sea bonita, resulta algo
pobre, pues supone conformarse con la imagen tópica que el cine nos ha dejado
de ella. Es preciso leerla. Solo así podemos conocer algo de esa magnífica
escritora y mujer excepcional.
Buena reseña Elisa¡Felices Fiestas!
ResponderEliminarMagnífico post. Comparto en redes y leeré esos cuentos con gusto. Felicidades.
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