Durante el mes de
diciembre el ángel se convierte en una figura navideña debido a su papel de
mensajero que anunció a los pastores el nacimiento de Jesús en Belén. El resto
del año ese entrañable personaje se retira a la esfera de lo privado, pero no
por eso abandona su intensa y polifacética actividad. Acompañar al ser humano
es su principal función y de ahí se derivan muchas otras. El poeta Rafael Alberti
conocía bien a estos seres celestiales y
dio cumplida cuenta de su variedad y de
sus complicadas tareas en su bellísima obra Sobre los ángeles.
Sócrates, por su parte,
se refirió alguna vez a su daimon, ese ser interior que todos llevamos dentro,
esa voz interna que nunca miente, que nos avisa antes de un mal paso y que nos
habla con claridad meridiana siempre que estemos dispuestos a escucharle.
Hoy me encontrado con
un bonito poema de José Agustín Goytisolo (Barcelona, 1928-1999), perteneciente
al libro El ángel verde y otros poemas encontrados (1993).
EL ÁNGEL VERDE
El ángel era
extraordinario
y tenía las plumas
verdes.
Se sentó junto a mí en
un banco
del Turó Park. No dijo
nada
pero sopló sobre mi
frente.
Yo creí que era un ser alado
que se ocupaba
solamente
de vigilar el colorido
de los olmos y los
laureles.
¿Quién eres? Dije ¿un
ángel puro?
¿Te pintó Rafael Alberti?
Una sombra se acercó al
punto:
era el guarda. ¿Qué le sucede?
A mí nada. ¿Por qué lo
dice?
Porque habla solo. No,
señor:
yo preguntaba al ángel
éste.
Mejor se vuelva usted a
la casa
la insolación es mala
siempre.
Me levanté y salí del
parque.
Conmigo vive el ángel
verde.
Poema ligero, con un
punto de ironía y humor, que nos presenta un ángel fuera de lo común por el
color de sus plumas. Pero es un ángel de la vida, pues le sopla al poeta sobre
la frente. El soplo o aliento es un elemento simbólico con el sentido de un
principio de vida. El alma, por otra parte, es concebida a veces como un
soplo, que, por supuesto, siempre es vital.
Las alas y las plumas,
propias de las criaturas del aire, son el atributo de muchos seres
espirituales. El simbolismo de las alas, de las plumas y del vuelo hace
referencia a la noción de ligereza espiritual y elevación de la tierra al
cielo. El diccionario de los símbolos de Jean Chevalier y Alain Gheerbrant dice
así: “En la tradición cristiana las alas significan el movimiento aéreo, ligero
y simbolizan el pneuma, el espíritu. En la Biblia son un símbolo constante de la
espiritualidad o de la espiritualización , de los seres que están provistos de
ellas. […] Poseer alas es pues dejar lo terrenal para acceder a lo celestial.”
El verde, el color de
los árboles y de las plantas, es un color de rico y amplio simbolismo, tranquilizador y refrescante, que cada
primavera reaparece en la naturaleza después del sueño del invierno. Es también
el color de la esperanza, de la fuerza, de la longevidad y de la inmortalidad.
El ángel verde del
poema de José A. Goytisolo, en mi opinión, es el símbolo de la vida y de la
verdad interior. En este sentido, el final me parece claro: “Conmigo
vive el ángel verde”, pues el ángel, como el daimon socrático no es sino el yo
interior, espiritual y secreto, de cada
persona, en este caso del poeta.
Es, creo yo, esa vida interior que jamás puede sernos arrebatada, pues es parte de nosotros. Lo que pasa a veces es que nosotros mismos no dejamos respirar al ángel verde que habita en nuestro corazón, e incluso llegamos a tenerlo tan marginado y silenciado, que el pobre está a punto de marchitarse y morir, como una planta que no ve la luz.
Es, creo yo, esa vida interior que jamás puede sernos arrebatada, pues es parte de nosotros. Lo que pasa a veces es que nosotros mismos no dejamos respirar al ángel verde que habita en nuestro corazón, e incluso llegamos a tenerlo tan marginado y silenciado, que el pobre está a punto de marchitarse y morir, como una planta que no ve la luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario