Translate

sábado, 18 de junio de 2011

Marguerite Yourcenar: Alexis o el tratado del inútil combate

Marguerite Yourcenar (1903-1987) escribió Alexis o el tratado del inútil combate a la edad de veinticuatro años. La obra se publicó por primera vez en 1929 y con ella la autora ganó su primer dinero como escritora. La revisó en 1963, creyendo que el paso del tiempo habría hecho envejecer esta obrita que lleva el sello de una época, pero, excepto algunas correcciones de estilo –según afirma en el prólogo de la edición de Alfaguara- la dejó tal cual por dos razones: porque la confidencia hecha por el protagonista tiene su razón de ser en una determinada época y en un ambiente social determinado, cuya atmósfera se respira a lo largo de todo el relato, y porque el tema, la homosexualidad masculina, continuaba siendo actual.

Alexis es un joven músico, hijo menor de una familia noble venida a menos, que escribe una carta a su esposa confesándole la tremenda lucha que ha sostenido consigo mismo desde que tomó consciencia de su inclinación sexual. Al final, reconocer y aceptar sus deseos es aceptarse a sí mismo y aceptar también la imposibilidad de amarla como ella desearía. Por tanto, por su propio bien y por el de su esposa, acaba por dejarla. La carta que Alexis dirige a Mónica es una justificación y un reconocimiento. Ante una situación personal insostenible por cuanto tiene de negación de sí mismo, Alexis toma la decisión de escribir una larga misiva en la que repasa detenidamente lo que ha sido su vida, el entorno social y familiar en el que nació y se educó y como ha llegado a tomar la decisión de abandonar a su esposa.
Nacido en una familia noble empobrecida de la región de Bohemia del Norte, creció bajo la influencia de su madre y sus hermanas, mujeres buenas, tímidas y tristes. Con un carácter serio e introvertido, Alexis vivió su infancia inmerso en el ambiente triste que se respiraba en su casa y en su familia. Al referirse a su hogar dice: “Y no es que allí fuéramos muy felices; al menos, la alegría no habitaba en nuestra casa. No creo recordar ninguna risa, ni siquiera una risa de jovencita que no fuera una risa apagada. No se acostumbra a reír mucho en las viejas familias. Terminamos incluso por acostumbrarnos a hablar sólo en voz baja, como si temiéramos despertar recuerdos que deben dormir en paz. Pero tampoco éramos desgraciados y debo decir también que nunca oí llorar; sólo que éramos un poco tristes.” A la tristeza cabe añadir el alejamiento de su familia por motivos de estudios, la añoranza, la enfermedad ante la imposibilidad de adaptarse a la vida del colegio y el posterior regreso a casa y su dedicación a la música.
En su relato se pone de relieve un carácter ingenuo, bondadoso y sensible, con poca experiencia de la vida. Su criterio aparece marcado por los límites de su pequeño mundo, de manera que a medida que va descubriendo su inclinación sexual, aparece el tormento de la culpa: “Sólo podía juzgarme según las ideas admitidas a mi alrededor: me hubiera parecido más abominable aún no horrorizarme de mi culpa que haberla cometido, por lo tanto, me condené severamente.” La soledad, la falta de consejo y de apoyo le acongojan y le hacen sentirse temeroso e infeliz. Los años pasados en Viena constituyen para Alexis una época de durísimo combate interior, tanto que le hace desear la muerte. Los príncipes de Mainau le invitan en multitud de ocasiones y le presentan a la que será su esposa y serán los artífices del compromiso matrimonial entre Alexis y Mónica. El matrimonio será una dura prueba para Alexis, quien debe cumplir con lo que se espera de un joven recién casado. El nacimiento de un hijo no hará otra cosa que acelerar el proceso de toma de conciencia de su infelicidad y de la perentoria necesidad de elegir entre reconocer y aceptar su verdad y vivir de acuerdo con ella o seguir en un matrimonio sin amor, rota cualquier posibilidad de alcanzar una vida feliz con su familia. No amaba a su esposa ni podría llegar a amarla nunca.
Al final de esta carta de confesión personal, Alexis encuentra el valor necesario para ser sincero  y contundente en la expresión de su verdad, agotado ya por el inútil combate contra sí mismo: “Mi alma se había hundido más profundamente en mi carne y lo que yo sentía, remontando de pensamiento en pensamiento y de acorde en acorde, hacia mi pasado más íntimo y menos confesable era, no el haber cometido la culpa, sino el haber rechazado las posibilidades de ser feliz. No era el haber cedido demasiadas veces, sino el haber luchado demasiado tiempo y demasiado duramente.”
¿De qué nos habla hoy esta novela epistolar que podemos clasificar como psicológica, pues se articula en torno a la interioridad de un ser humano, que trata el tema de la homosexualidad masculina sin decir claramente la palabra? Actualmente, en el contexto de las sociedades europeas avanzadas el tema de la homosexualidad ha dejado de ser tabú y es algo aceptado y reconocido. Podría parecer que por la forma de expresión del personaje, tan indirecta, que más  que decir sugiere o insinúa, por su lenguaje, por la omisión de la palabra que se tiene en mente a medida que se lee, es una novela que carece de actualidad. Y en cambio no es así. Por dos razones: la primera, el lenguaje, el estilo literario tan bello, tan elaborado y a la vez tan sencillo: la palabra precisa para cada cosa; la segunda, la expresión de lo humano intemporal, fuera de costumbres, moralidades o creencias. El inútil combate es el combate a muerte que cada ser humano sostiene si no vive de acuerdo consigo mismo. La tendencia sexual, como en el caso que nos ocupa, es parte integrante de la persona, y negarla o reprimirla es negarse algo vitalmente auténtico.
Marguerite Yourcenar a la edad de 29 años

Añado aquí el enlace al Centre International de Documentation Marguerite Yourcenar, vale la pena visitarlo.

1 comentario:

  1. Gran obra; es lo primero que leo de la autora y me dieron ganas de seguir leyendo. Es cierto que se habla aún hoy, poco del tema, más allá de que sea tan común, siempre el tratamiento es chabacano.

    ResponderEliminar