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martes, 9 de agosto de 2011

Sándor Márai: La amante de Bolzano


Al comenzar a leer La amante de Bolzano me encontré con algo distinto de lo que ya había leído de Sándor Márai, con un estilo diferente. La  misma fuerza que atrapa desde el principio, pero no parecía el mismo Márai. En esta novela, escrita en 1940, nos encontramos con Giacomo Casanova, un personaje histórico cuya fama se ha nutrido siempre de lo novelesco, aunque una nota del autor previa al inicio de la novela ya nos dice que no se ha basado en las Memorias de su personaje, sino que sólo ha tomado de ellas la fecha y las circunstancias de la fuga de la prisión de los Plomos de Venecia. Así pues, no se trata de una novela histórica, ni de una biografía novelada, sino de una interpretación del personaje desde la libre creación literaria.
Giacomo Casanova recala en Bolzano, donde se había citado con Balbi, fraile que le ayudó en su fuga de la cárcel de Venecia donde estuvo recluido durante dieciséis meses. Se aloja en la Posada del Ciervo. Su fama de aventurero le precede y su llegada causa gran expectación. Corren toda clase de rumores que avivan entre la gente el deseo de conocer al personaje. En Bolzano viven el conde de Parma y su esposa Francesca, quienes no son ajenos a ese interés por Casanova, el cual en el pasado fue herido  por el conde en un duelo motivado por el amor que ambos sentían por Francesca.
Al cabo de los años se producirá un nuevo y definitivo encuentro de estos tres personajes. Una noche en la que los condes de Parma van a celebrar en su palacio una fiesta de disfraces, el conde visita en la posada a Casanova para entregarle una carta de Francesca  y ofrecerle dinero para que la desengañe y la decepcione a fin de poder conservarla, pues Francesca sigue enamorada de Casanova. En el encuentro entre la condesa y Casanova esa misma noche, el diálogo entre ambos mostrará definitivamente el verdadero rostro de cada uno.
La simplicidad argumental contrasta con la complejidad psicológica de los personajes, empezando por el protagonista. En la novela el autor adopta el punto de vista del personaje, todo cuanto ocurre aparece filtrado por la mirada y por el sentir de Casanova. Un aventurero, un caballero de Venecia que vive al día, que busca los recursos económicos siempre en función de sus necesidades del momento, marcadas  por la necesidad de conquista, vista por él mismo como el despliegue de un arte en el que se considera un maestro, por los requerimientos de mantener una apariencia de posición social que le permita llevar la vida que desea.
Casanova se nos aparece como un hombre que vive identificado con su máscara y con su arte de la conquista y de la aventura. En Bolzano será cuestionado en dos ocasiones: al conocer a Teresa, una sirvienta de la posada, y al encontrarse con Francesca. Al comprobar que Teresa no se siente impresionada por él, no puede dar crédito a lo que está sucediendo: “A continuación gritó: “¡No puede ser!” Se sentía tremendamente mal. Se sentía como un actor importante que –tras un largo período de no haber cantado en escena- se presenta ante un patio de butacas del todo indiferente que no reacciona. No le silban, no ha fracasado, pero ese silencio mortal, esa muda indiferencia es más terrible que un fracaso.” En el caso de Francesca, ésta le enfrenta con su falta de coraje para reconocer y seguir el camino que le marcaban sus sentimientos, pues ella es la única mujer que realmente ha amado.
Como personajes secundarios, el señor de Bragadin, protector de Casanova, generoso y desinteresado, y el conde de Parma, ambos ancianos y poderosos, son presentados también como seres complejos, con luces y sombras, a través del texto de Márai, bellísimo y lleno de penetración psicológica.
Si hay que señalar un tema importante, es el de la máscara que esconde la verdad íntima de los personajes: de Casanova y de Francesca. El disfraz para la fiesta se convierte en el emblema del disfraz que se lleva en la vida, de la máscara tras la que Casanova ha ocultado y ha negado su verdadero ser a lo largo de toda una vida.
La amante de Bolzano es distinta de otras novelas de Sándor Márai, pero para mí está entre las mejores. Leerla ha sido un placer, el placer que regala al lector el arte de la buena literatura. Que este simple apunte os anime a leerla si no la conocéis, pues encontraréis en ella muchísimo más de lo que comento en estas líneas.

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