A mi hijo Pedro, que me prestó este libro.
He disfrutado muchísimo con esta obra de Haruki Murakami, cuyo título encontré sorprendente en un autor de quien desconocía su afición por la carrera de fondo. De qué hablo cuando hablo de correr es un texto autobiográfico, un libro de reflexiones acerca de lo que para el autor significa correr y de lo que esta afición le aporta en lo personal y en lo literario. No pensemos, pues, que esa faceta de la personalidad del novelista japonés se opone a su oficio de creador. Al revés. El corredor y el escritor se nutren mutuamente y se complementan formando un todo inseparable, ese que hemos ido conociendo a medida que se iban publicando sus libros.
He disfrutado muchísimo con esta obra de Haruki Murakami, cuyo título encontré sorprendente en un autor de quien desconocía su afición por la carrera de fondo. De qué hablo cuando hablo de correr es un texto autobiográfico, un libro de reflexiones acerca de lo que para el autor significa correr y de lo que esta afición le aporta en lo personal y en lo literario. No pensemos, pues, que esa faceta de la personalidad del novelista japonés se opone a su oficio de creador. Al revés. El corredor y el escritor se nutren mutuamente y se complementan formando un todo inseparable, ese que hemos ido conociendo a medida que se iban publicando sus libros.
Murakami
nos explica por qué prefiere esta actividad frente a otras y lo atribuye a un rasgo
de su forma de ser: su preferencia por la soledad y por aquellas actividades
que pueden llevarse a cabo en solitario y no de forma colaborativa o competitiva.
Al correr compite solo contra sí mismo o, en cualquier caso, siente que se
esfuerza por superarse y ello le aporta una sensación de gran bienestar.
Escribir
sobre el hecho de correr da pie a hermosos comentarios o descripciones, como
por ejemplo la del río Charles, o a
comparar la carrera de fondo con su actividad como escritor.
“Los
ríos, a no ser que sufran cambios trascendentales, no varían mucho con el paso
de los años, pero me pareció que el río Charles estaba especialmente igual que
siempre. Había transcurrido el tiempo, los estudiantes eran otros, yo tenía
diez años más, y por debajo del puente había corrido, literalmente, mucha agua.
Con todo, el río en sí no había cambiado ni un ápice y seguía mostrando su
apariencia de antaño. El caudaloso curso de agua fluía silencioso hacia la
bahía de Boston. Remojando las orillas, haciendo brotar las verdes plantas
estivales, alimentando a las aves acuáticas, pasando bajo el viejo puente de
piedra, reflejando las nubes en verano (o llevando a flote cascos de hielo en
invierno), sin prisa, pero sin pausa, como esas ideas inmutables que han conseguido
sobrevivir a numerosas revisiones, el río simplemente seguía, silencioso, su
camino hacia el mar.” (pág. 27)
La
reflexión sobre el hecho de correr articula el análisis sobre sí mismo, sobre
su manera de entender la vida y el hecho de escribir. Vuelve otra vez la imagen
del río, tópico universal, como un eco
clasicista en el que se entreteje esa conciencia del autor de ser únicamente
rival de sí mismo:
“Mientras
corro pienso, de improviso, que tampoco pasa nada si no consigo mejorar mis
marcas. He envejecido y el tiempo se va cobrando sus cuotas. Nadie tiene la
culpa. Son las reglas del juego. Es igual que los ríos que fluyen hacia el mar.
Sólo puedes aceptar esa imagen tuya tal como es, como una parte más del paisaje
natural.” (pág. 38)
Haruki
Murakami, de forma ágil y amena, a través de una prosa sencilla y precisa, nos
relata momentos clave de su biografía: a qué se dedicaba antes de convertirse
en escritor, de qué forma decidió dar un cambio a su vida y entregarse a la
literatura, sus viajes, su participación en muchas carreras en diversas partes
del mundo… Un recorrido vital presidido por la pasión por la carrera de fondo y
por el oficio de escribir. Ilustran el libro varias fotografías de Murakami
tomando parte en algunas carreras con otros muchos corredores o bien corriendo en
solitario, como en la carrera de Maratón, en Grecia.
A
lo largo del libro se acentúa el paralelismo constante entr correr y escribir.
Murakami analiza las cualidades que requiere un buen escritor. La premisa es el
talento, que serviría de poco si no fuera acompañada de otras dos: la concentración
y la constancia. Así, carrera de fondo y creación literaria van a la par: “En
mi caso, la mayoría de lo que sé sobre la escritura lo he ido aprendiendo
corriendo por la calle cada día.”
Anécdotas
personales, comentarios sobre el tipo de música que le gusta escuchar mientras
corre, visiones del paisaje y del entorno de cada carrera, valoraciones de su técnica
como corredor y de las formas de potenciar su forma física hacen de este libro
una obra entretenida, en la que destaca especialmente el factor humano. El
propio Murakami nos brinda la ocasión de conocerle mejor y valorarle aún más
como escritor. La sencillez y la brevedad del texto no deben hacernos olvidar
que nos hallamos ante uno de los más brillantes autores japoneses actuales.
De
qué hablo cuando hablo de correr gustará, sin duda, tanto a los lectores que ya conocen a
Haruki Murakami y disfrutan con sus libros, como a aquellos que son aficionados
a correr y quizá se sientan atraídos por la temática de la obra.
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