Me ha gustado esta biografía de León Tolstói escrita por Romain Rolland un año después de la muerte del gran escritor ruso. Tolstói falleció en 1910 y un año después apareció esta biografía que la editorial Acantilado ha publicado en 2010, supongo que con motivo del centenario de la muerte del novelista ruso.
Cien años después de la publicación de la biografía de León Tolstói y con la perspectiva que da el tiempo transcurrido, es imposible no reflexionar un momento sobre el valor de la información aportada por Rolland sobre el escritor ruso. A través de esta obra accedemos, en mi opinión, al núcleo de la vida interior y motor de la obra del gran novelista.
Vida de Tolstói tiene para mí el valor de un documento cercano, inmediato, un documento de época. Pensemos que faltaban todavía seis años para la Revolución Rusa de 1917, que, aunque podemos entrever la efervescencia social y política que tenía lugar en Rusia durante la vida de León Tolstói, no es ésta el centro de atención de su biógrafo, sino las inquietudes vitales que fueron el hilo conductor de su existencia; que en 1911 su esposa, Sofía Tolstaia, nacida Behrs, vivía aún y seguía escribiendo su diario, del que se ha publicado una selección de textos no hace mucho. El diario que Sofía llevó prácticamente desde su matrimonio con León Tolstói nos ofrece una visión distinta y complementaria de la de Romain Rolland: entramos en un ámbito de intimidad personal, el de Sofía, quien, al compartir su vida con el escritor, proyecta en sus escritos la imagen del hombre de carne y hueso, no sólo del intelectual y novelista. Imagen, eso sí, filtrada por el yo de la autora de los diarios: León Tolstoi según las percepciones y vivencias de Sofía. Los diarios de Sofía, fallecida en 1919, no forman parte de la documentación utilizada por Romain Rolland.
Nada significativo de la intimidad familiar asoma en las páginas de esta biografía, si no es la incomprensión de su esposa e hijos de la que se sintió objeto Tolstói en sus últimos años de vida debido a que sus ideas religiosas y sociales absorbían toda su energía y chocaban con los intereses familiares. La obra de Romain Rolland pone el acento en la batalla que se libraba en el interior del novelista ruso: de un lado el artista, el escritor, su sensibilidad y penetración psicológica en el retrato de personajes masculinos y femeninos (recordemos a Kitty, a Ana Karenina, por ejemplo, o a Iván Ilich); de otro, el hombre preocupado por la religión, la miseria en que vivía buena parte del pueblo ruso, la hipocresía y la falta de conciencia de la burguesía culta rusa.
La imagen que nos deja es la de un hombre profundamente inquieto, inmerso continuamente en cuestiones de índole moral y religiosa, que son rastreadas a lo largo de su extensísima producción literaria, desde sus comienzos hasta su muerte. Como destaca Romain Rolland, no hay división entre vida y obra en la compleja personalidad de León Tolstói:
“No se debería hablar de la unidad de su pensamiento –jamás fue uno solo-, sino de la persistencia de los mismos elementos diversos, ora aliados, ora enemigos; enemigos la mayor parte de las veces. La unidad no reside en el alma o en el corazón de Tolstói, sino en el combate de las pasiones en su fuero interno, en la tragedia de su arte y de su vida.
Arte y vida están unidos. Jamás obra alguna estuvo más íntimamente ligada a la vida: tiene casi todo el tiempo un carácter autobiográfico. Desde la edad de veinticinco años nos ha permitido seguir a Tolstói, paso a paso, en las experiencias contradictorias de su carrera en pos de un ideal.” (pág. 13)
Esta biografía creo que gustará tanto a los lectores de Tolstói, como a los amantes de las biografías de artistas y escritores. Un estilo ágil, ameno, directo y fresco nos conduce a la vez al conocimiento del personaje y de su obra, pues, además de la documentación y de las fuentes de información citadas en las notas al pie de página, Romain Rolland incide de forma precisa sobre los valores literarios a través de citas textuales muy ilustrativas.
Cien años después de la publicación de la biografía de León Tolstói y con la perspectiva que da el tiempo transcurrido, es imposible no reflexionar un momento sobre el valor de la información aportada por Rolland sobre el escritor ruso. A través de esta obra accedemos, en mi opinión, al núcleo de la vida interior y motor de la obra del gran novelista.
Vida de Tolstói tiene para mí el valor de un documento cercano, inmediato, un documento de época. Pensemos que faltaban todavía seis años para la Revolución Rusa de 1917, que, aunque podemos entrever la efervescencia social y política que tenía lugar en Rusia durante la vida de León Tolstói, no es ésta el centro de atención de su biógrafo, sino las inquietudes vitales que fueron el hilo conductor de su existencia; que en 1911 su esposa, Sofía Tolstaia, nacida Behrs, vivía aún y seguía escribiendo su diario, del que se ha publicado una selección de textos no hace mucho. El diario que Sofía llevó prácticamente desde su matrimonio con León Tolstói nos ofrece una visión distinta y complementaria de la de Romain Rolland: entramos en un ámbito de intimidad personal, el de Sofía, quien, al compartir su vida con el escritor, proyecta en sus escritos la imagen del hombre de carne y hueso, no sólo del intelectual y novelista. Imagen, eso sí, filtrada por el yo de la autora de los diarios: León Tolstoi según las percepciones y vivencias de Sofía. Los diarios de Sofía, fallecida en 1919, no forman parte de la documentación utilizada por Romain Rolland.
Nada significativo de la intimidad familiar asoma en las páginas de esta biografía, si no es la incomprensión de su esposa e hijos de la que se sintió objeto Tolstói en sus últimos años de vida debido a que sus ideas religiosas y sociales absorbían toda su energía y chocaban con los intereses familiares. La obra de Romain Rolland pone el acento en la batalla que se libraba en el interior del novelista ruso: de un lado el artista, el escritor, su sensibilidad y penetración psicológica en el retrato de personajes masculinos y femeninos (recordemos a Kitty, a Ana Karenina, por ejemplo, o a Iván Ilich); de otro, el hombre preocupado por la religión, la miseria en que vivía buena parte del pueblo ruso, la hipocresía y la falta de conciencia de la burguesía culta rusa.
La imagen que nos deja es la de un hombre profundamente inquieto, inmerso continuamente en cuestiones de índole moral y religiosa, que son rastreadas a lo largo de su extensísima producción literaria, desde sus comienzos hasta su muerte. Como destaca Romain Rolland, no hay división entre vida y obra en la compleja personalidad de León Tolstói:
“No se debería hablar de la unidad de su pensamiento –jamás fue uno solo-, sino de la persistencia de los mismos elementos diversos, ora aliados, ora enemigos; enemigos la mayor parte de las veces. La unidad no reside en el alma o en el corazón de Tolstói, sino en el combate de las pasiones en su fuero interno, en la tragedia de su arte y de su vida.
Arte y vida están unidos. Jamás obra alguna estuvo más íntimamente ligada a la vida: tiene casi todo el tiempo un carácter autobiográfico. Desde la edad de veinticinco años nos ha permitido seguir a Tolstói, paso a paso, en las experiencias contradictorias de su carrera en pos de un ideal.” (pág. 13)
Esta biografía creo que gustará tanto a los lectores de Tolstói, como a los amantes de las biografías de artistas y escritores. Un estilo ágil, ameno, directo y fresco nos conduce a la vez al conocimiento del personaje y de su obra, pues, además de la documentación y de las fuentes de información citadas en las notas al pie de página, Romain Rolland incide de forma precisa sobre los valores literarios a través de citas textuales muy ilustrativas.
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