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viernes, 8 de noviembre de 2013

Literatura comparada. El simbolismo del árbol en Antonio Machado y Joan Alcover

Comentando con mis alumnos el poema A un olmo seco, de Antonio Machado (Sevilla, 1875 – Colliure, 1939), me vino a la memoria Desolació, del poeta mallorquín Joan Alcover (Palma, 1854 -1926). Ambos poetas toman el motivo del árbol para expresar a través de él su sentir en una dolorosa situación personal que les afectaba en lo más hondo de su alma.

Hay símbolos que son universales, que pertenecen al bagaje mental, emocional y cognitivo del ser humano de cualquier época y cultura, y que forman parte de eso que se suele denominar el inconsciente colectivo. El árbol es uno de ellos. Su simbólica es extraordinariamente rica y diversa, tal como se expone en el Diccionario de los símbolos de Jean Chevalier y Alain Gheerbrant. Este apunte que hoy os dejo aquí intenta recoger tan solo un ejemplo de los valores expresivos y simbólicos del motivo del árbol.

Antonio Machado y Joan Alcover fueron coetáneos. Ambos, hombres de vasta cultura, ambos, figuras destacadas en la sociedad de su tiempo. Aunque su entorno social y cultural fue muy distinto, sin duda la influencia del Simbolismo sobre sus obras fue poderosa. Una muestra de ello son estos dos bellos y emotivos poemas, compuestos los dos a raíz de sendas tragedias personales.

A un olmo seco pertenece al grupo de poemas incluidos en la edición de Campos de Castilla de 1917. Este en concreto forma parte del ciclo de Leonor, en el cual el poeta vierte la dura vivencia de la enfermedad y muerte de su joven esposa. Machado compuso el  poema en 1912, cuando Leonor se encontraba ya gravemente enferma y acabaría falleciendo poco después. Del olmo seco, un árbol que parece ya sin vida y su madera a punto de ser aprovechada para diversos menesteres o de ser pasto de las llamas,  brota con la lluvia de abril, como un milagro, una rama verde.

A un olmo seco

Al olmo viejo, hendido por el rayo 
y en su mitad podrido, 
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

  ¡El olmo centenario en la colina 
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina 
al tronco carcomido y polvoriento.
 No será, cual los álamos cantores 
que guardan el camino y la ribera, 
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera 
va trepando por él, y en sus entrañas 
urden sus telas grises las arañas.
  Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana, 
lanza de carro o yugo de carreta; 
antes que rojo en el hogar, mañana, 
ardas en alguna mísera caseta, 
al borde de un camino; 
antes que te descuaje un torbellino 
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,  
olmo, quiero anotar en mi cartera 
la gracia de tu rama verdecida. 
Mi corazón espera 
también, hacia la luz y hacia la vida, 
otro milagro de la primavera.

En Desolació, poema perteneciente al libro Cap al tard, Joan Alcover utiliza la figura del árbol como metáfora y símbolo de sí mismo después de perder a su primera esposa y a cuatro de sus cinco hijos. Un repaso a su biografía nos permite hacernos una idea de la crueldad con que le trató la vida al arrebatarle brutalmente a sus hijos. Joan Alcover se casó por primera vez con Rosa Pujol con quien tuvo tres hijos: Pere, Teresa  y Gaietà, fallecido en 1887. Volvió a casarse en 1891 con María del Haro, con la cual tuvo dos hijos: Maria y Pau. En 1905 murió su hija Teresa de tuberculosis; en 1905 murió Pere de tifus; en 1919 mueren en una misma noche María en Mallorca y Gaietà en Barcelona. De todos sus hijos solamente le sobrevivió Pau.

DESOLACIÓ

Jo só l'esqueix d'un arbre, esponerós ahir,
que als segadors feia ombra a l'hora de la sesta;
mes branques una a una va rompre la tempesta,
i el llamp fins a la terra ma soca mig-partí.
Brots de migrades fulles coronen el bocí
obert i sens entranyes que de la soca resta;
cremar he vist ma llenya; com fumerol de fesa,
al cel he vist anar-se'n la millor part de mi.
I l'amargor de viure xucla ma rel esclava,
i sent brostar les fulles i sent pujar la saba,
i m'aida a esperar l'hora de caure un sol de conhort.
Cada ferida mostra la pèrdua d'una branca:
sens jo, res parlaria de la meitat que em manca;
jo visc sols per plànyer lo que de mi s'és mort.

En estos dos poemas quedan recogidas dos de las múltiples interpretaciones de este tema simbólico: el árbol como símbolo de vida y de regeneración  y el árbol como símbolo del ser humano.

La primera de ellas, en A un olmo seco, el árbol como símbolo de la vida en perpetua evolución, referida al carácter cíclico de la evolución cósmica que comprende la muerte y la regeneración, cargada de sentido dinámico, se refleja claramente, en mi opinión, en la primera estrofa del poema y en el final, que alude a la esperanza que brota del corazón del poeta ante la visión de esa milagrosa rama verde, que ha brotado por efecto de la lluvia primaveral.

Al olmo viejo, hendido por el rayo 
y en su mitad podrido, 
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

[…]
Mi corazón espera 
también, hacia la luz y hacia la vida, 
otro milagro de la primavera.



En cuanto al árbol como símbolo del ser humano, en Desolació Joan Alcover se ve a sí mismo como un árbol que un día fue frondoso y del que solo queda ahora el tronco vacío, desnudo y maltratado, con las ramas arrancadas, del que apenas queda rastro de su pasado esplendor.

Cada ferida mostra la pèrdua d'una branca:
sens jo, res parlaria de la meitat que em manca;
jo visc sols per plànyer lo que de mi s'és mort.

Un símbolo alude siempre a otra realidad con la cual existe una correspondencia. Una realidad que percibimos de forma intuitiva y global, pues apunta directamente a la psique. Ello no impide un análisis desde la lógica. En cualquier caso, la racionalidad y el conocimiento de la anécdota biográfica constituyen una ayuda importante, pero no indispensable para que el símbolo adquiera sentido y significado. A un olmo seco y Desolació son dos bellos poemas que poseen un sentido por sí mismos, aunque lo ignoráramos todo de sus autores. Son creaciones literarias que trascienden lo biográfico para quedar fijadas en lo intemporal humano.